Las exposiciones más visitadas del año fueron las de Chillida, Serra y Magritte
La escultura y el arte actual provocan una masiva afluencia a los museos españoles
Dos escultores en activo, Eduardo Chillida y Richard Serra (con más de medio millón de visitantes); la pintura surrealista de René Magritte y las imágenes del fotógrafo de guerra Robert Capa han triunfado en la temporada plástica de este año. Les siguen el polifacético artista Miquel Barceló, El Greco y Velázquez, las muestras en torno a Felipe II y el pintor Caravaggio, maestro de la luz. "El fenómeno de la masiva afluencia a los museos no es ajeno a la cultura del ocio de finales de este siglo", dice el director del Museo Guggenheim de Bilbao, Juan Ignacio Vidarte.
El escultor del hierro y "arquitecto del vacío", como él mismo se define, Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924), acaparó este año la mayor atención por partida doble. Coincidiendo con el 75º aniversario del artista, el Museo Guggenheim de Bilbao recorrió 50 años de su trayectoria creadora, que fue contemplada por algo más de medio millón de asistentes, a los que se suman 280.000 que acudieron antes al Museo Reina Sofía de Madrid. Casi un millón.Las grandes elipses de acero de Richard Serra (San Francisco, EE UU, 1939), ocho gigantescas esculturas que no caben en cualquier museo, atrajeron a 675.000 visitantes hacia los grandes espacios del Guggenheim, una muestra que The New York Times calificó como la exposición de escultura más importante de la década. Y un promedio de 38.000 visitantes al mes, 378.500 en total, han acudido a la exposición del pintor surrealista René Magritte (Bélgica, 1898-1967), en la Fundación Joan Miró, de Barcelona.
El poder de la fotografía se ha convertido asimismo en un potente atractivo para el gran público. Las imágenes más desconocidas del fundador de la agencia Magnum, Robert Capa (Budapest, 1913-Indochina, 1954), que escribió con su cámara la crónica de la guerra civil española y falleció a los 40 años al reventarle una mina en Indochina, regresaron al Museo Reina Sofía, donde acudieron 257.000 visitantes. Y en el mismo espacio, las imágenes de los locos años veinte captadas por el ángulo de Man Ray (1890-1976) obtuvieron similar poder de convocatoria que Capa. El homenaje a los 20 años de trabajo del pintor, escultor y ceramista Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) fue igualmente muy celebrado por el público, que reunió, también en el Reina Sofía, a 222.000 asistentes.
Velázquez y Felipe II
La pintura de Velázquez, que este año fue reunida en Sevilla (180.000); un recorrido por la vida de Felipe II (el mayor coleccionista de arte de la segunda mitad del siglo XVI), con 133.000 asistentes al Prado, y el trazo fuerte, violento y directo de Caravaggio, -sólo en un mes logró 100.000 visitantes y unas colas interminables- han logrado captar el interés del público.
"Aquel que quiera comprender el mundo siente la necesidad de acudir a los museos, un fenómeno social de los últimos 20 años", afirma Fernando Checa, director del Museo del Prado, para quien los museos son los nuevos centros de peregrinación. "Al contrario que los primeros vanguardistas, y en particular los futuristas que consideraban a los museos como lugares muertos y que apostaron por quemar Las meninas, hoy sus colegas y el gran público se reconocen a sí mismos en los museos".
Para el director del Museo Thyssen, Tomás Llorens, la gran llamada de los museos se explica porque el lenguaje de la pintura es más sensual que el oral o el escrito y también más universal. "Las imágenes, aunque tengan condicionamientos culturales, poseen un poder transmigrador de unas culturas que impacta más allá de sus fronteras; algo parecido ocurre con la música".
El director del Thyssen opina que la afluencia a los museos está ligada "a los cambios de estilo de vida y al turismo", pero añade que las exposiciones temporales pertenecen más al ámbito educativo que al del entretenimiento. Considera que para valorar una exposición se debe contemplar la investigación y la capacidad de difundir un tema interesante y poco popular. Y como ejemplo acude a una anterior exposición, Juegos surrealistas, en la que los pintores mostraban un grupo de cadáveres exquisitos. Este año, el Thyssen ha visto cómo se llenaba la sala (240.000 visitantes) que mostraba el genio creador de El Greco, en la que se podían contemplar cuadros desconocidos en España. Otras de las muestras triunfadoras de esta temporada que culmina han sido la colección que ha reunido la baronesa Carmen Thyssen, mostrada en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela (82.000); el pop art de Roy Lichtenstein (Nueva York, 1923), en el IVAM de Valencia (62.000), y la muestra dedicada a Aurelio Arteta (Bilbao, 1879-México, 1949), visitada por 38.000 personas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
El precio de los montajes
En el precio de los montajes de las exposiciones puede haber diferencias de hasta 100 millones de pesetas. La muestra más cara del Guggenheim de Bilbao fue 5.000 años de China, que costó alrededor de 125 millones de pesetas, según Juan Ignacio Vidarte. Y la más barata, una muestra de Cristina Iglesias que no superó los 30 millones.
"Las exposiciones más caras son las que requieren mover grandes obras, como las escultóricas. Pero también hay otras en las que siendo el mantenimiento poco costoso lo que las encarece es el seguro. Y se puede dar el caso de que la puesta en escena sea lo más caro de una exposición", explica Vidarte.
Babelia
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