"Pulmones" en venta
Las explotaciones forestales constituyen la principal amenaza para los bosques vírgenes que aún quedan en el planeta. En las últimas cuatro décadas se ha disparado el comercio de madera procedente de estos territorios, la mayoría situados en zonas tropicales, y la FAO pronostica un crecimiento notable en la demanda de esta materia prima. Entre 1990 y 1995 se perdieron más de 65 millones de hectáreas boscosas en todo el mundo, mientras que sólo se recuperaron, gracias a las correspondientes repoblaciones, algo más de nueve millones de hectáreas, de tal manera que la pérdida neta de bosques, en un periodo de apenas cinco años, superó los 56 millones de hectáreas, una superficie mayor que la de España.Organizaciones ecologistas como Greenpeace y Adena se muestran especialmente preocupadas por este problema, ya que está en peligro la supervivencia de los principales pulmones verdes del planeta, imprescindibles para mantener el equilibrio ecológico que hace posible la vida. Además, y aunque solo recubren el 7 % de la superficie terrestre, los bosques tropicales cobijan a más de la mitad de las especies animales y vegetales catalogadas hasta la fecha.
El comercio mundial de productos forestales originó, durante 1996, exportaciones globales de más de 359 millones de metros cúbicos de madera y derivados. Un negocio poco transparente, dominado por un número relativamente pequeño de multinacionales. En la mayoría de los casos, estas empresas no informan del origen y métodos de producción de la madera que comercializan e, incluso, trafican con algunas de las pocas variedades que están incluidas en el CITES, el convenio internacional que regula el comercio de especies amenazadas. Así ocurre con el alerce, la caoba o la afromorsia, árboles incluidos en el CITES, a pesar de lo cual se siguen talando de forma ilegal por la elevada calidad de su madera y los importantes ingresos que reporta su venta.
En España, y durante 1998, se importaron más de 800.000 metros cúbicos de maderas tropicales, aserradas o en troncos, por valor de 45.000 millones de pesetas, y el negocio está creciendo en los últimos ejercicios a un ritmo que supera el 20% anual. Estas maderas proceden de África, sudeste asiático y Brasil, y se destinan a todo tipo de aplicaciones, desde fábricas de muebles hasta construcción naval.
En un reciente informe publicado por Greenpeace, se señala a las 10 principales empresas que en nuestro país se dedican a la importación y distribución de maderas tropicales, y dos de ellas son andaluzas. Marino de la Fuente Sur, SA, y J. L. González Barba, SL, tienen su sede en la provincia de Sevilla, la primera en la misma capital y la segunda en el cercano municipio de Alcalá de Guadaira. Según Greenpeace, cada una de ellas comercia al año con más de 25.000 metros cúbicos de estos productos forestales.
Los ecologistas han solicitado al presidente de la Asociación Española de Importadores de Madera (AEIM), en la que se integran todas estas firmas, que ofrezca datos fiables con respecto a la madera que están importando, sobre todo la procedente de la Amazonia. A juicio de Mario Rodríguez, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace-España, "los consumidores deberían saber cuál es el origen exacto de la madera, cuáles son las especies importadas y qué garantías existen sobre la legalidad de estos productos. Y en este sentido, lo ideal sería que estas empresas contaran con certificaciones independientes que avalaran una gestión forestal sostenible en los puntos de origen".
Mario Rodríguez denuncia que "los importadores españoles están colaborando con la perpetuación de este lamentable problema". En algunos países, los consumidores han comenzado a rechazar aquellos productos forestales que no están convenientemente certificados, y en España algunas empresas, sobre todo multinacionales dedicadas a la venta de muebles y otros objetos decorativos, han comenzado ya a incluir esta información.
A comienzos de este año, la empresa consultora Pricewaterhouse Coopers ya advirtió a la industria forestal canadiense de que perdería tanto dinero como mercados, sobre todo en Europa, si no aceptaba certificaciones medioambientales independientes, como las que proporciona el Consejo de Administración Forestal (FSC).
Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
Garantía de origen
A mediados de noviembre, Adena organizó en Madrid el II Seminario de Certificación Forestal, encuentro con el que se pretende impulsar la aplicación de certificaciones independientes en el mercado de la madera, sistema al que todavía no se ha incorporado ninguna empresa española.Esta fórmula, puesta en marcha en 1993, garantiza el origen de los productos forestales, de tal manera que los distribuidores, y los consumidores finales, pueden saber si los materiales o bienes que están adquiriendo se han obtenido de forma legal, en bosques explotados de manera sostenible, tanto desde el punto de vista ecológico, como económico y social. Durante los últimos seis meses de este año se ha duplicado la superficie certificada en todo el mundo, de tal forma que ya se han superado los 17 millones de hectáreas. En Europa, el 68% de la superficie forestal cuenta con la correspondiente certificación, documento que han comenzado a exigir, por ejemplo, importantes cadenas de grandes almacenes.
En lo que se refiere a bienes elaborados a partir de este tipo de maderas, en el mercado internacional existen más de 4.000 productos que poseen estos avales de garantía. Durante el primer semestre del 2000, la empresa Vicente Puig Oliver, SA, dedicada a la fabricación de puertas, se convertirá en la primera de España en comercializar productos certificados.
Adena y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España han firmado un convenio de colaboración para introducir medidas más respetuosas con el medio ambiente en la planificación de ciudades y edificios, entre las que se incluye el uso preferente de maderas certificadas.
En opinión de Greenpeace, "las certificaciones son uno de los instrumentos de política suave más dinámicos que hay, tanto para promover las necesarias mejoras en la gestión forestal, como para reducir las presiones que están soportando los bosques vírgenes".
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