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Crítica:TEATRO- 'LA BELLA Y LA BESTIA'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Palomitas y atención

Un aroma de palomitas se extiende por el enorme teatro: se sorbe la coca-cola por las pajitas, y los ojazos infantiles se quedan fijos de atención en el espectáculo. La bella y la bestia es un cuento francés de hace dos siglos y medio (Leprince de Beaumont) que no ha dejado nunca de atraer a los niños. Y a los adultos: hay un cierto morbo entre la pequeña y el hombre gigantesco y brutal que se repite mucho en el inconsciente masculino y femenino, supongo que con distintas resonancias. Sale por todas partes: en Quasimodo y Esmeralda, o por el querido hombre de Frankenstein y la niña al borde del lago. Y en las páginas de los periódicos: cada día. Los psicoanalistas han estudiado en hermosos textos la cuestión.Hay que olvidarlo todo al entrar en este teatro. El cuento es simple: Walt Disney y luego su factoría, que es la que ha trabajado este espectáculo, siempre han simplificado, han infantilizado todo. Era su trabajo. El dibujante creó una estética menor, pero propia, única, en sus colores y sus caras y sus gestos; hasta en las voces de sus personajillos, repetidas luego por el doblaje. Y aquí, por una parte del numeroso personal que trabaja en la obra. Disney hizo esta película, La bella y la bestia, luego la convirtió en teatro, en un musical para Broadway. La casa Disney es una gran propietaria del aquel territorio mítico: es verdad que su inmensa fuerza económica impone sus criterios y sus gustos, pero no es menos cierto que el placer por Disney en todo el mundo, y sobre todo el gusto americano, le dio esa fuerza. La fuerza se ve aquí: todo funciona, todo está en su punto y en su momento, la terminación es muy buena.

La bella y la bestia

De Disney. Música de Alan Menken. Letras de Howard Ashman y Tim Rice. Libreto de Linda Woolverton. Intérpretes: Carlos Marín, Xenia Reguant, Miguel de Grandy, Lisardo Guarinos, Laura Inclán, Dulcinea Juárez, Christian María, Kirby Navarro, Adrián Ortiz Rodríguez, Germán Torres, Víctor Ullate, David Venancio Muro, Pedro Pomares, Beatriz Álvarez Ros, Pedro Azpiri, Patricia Bravi, Miguel Canseco, Lily Dahab, Elena de Apraiz, Mónica Domínguez, Evangelina Esteves, Toni García, Ulises González, Margarita Marban, Belén Marcos, Gorane Martínez, Carolina, Óscar Mingorance, David Mur, Marta Piñeiro Blanco, Ricardo Quitral, Edgard Reyes, Francisco Rivero, Adriana Rodríguez Poo, Yolanda Serrano, Antonio Queimadelos, Rubén Tenesor, Javier Toca Juara, Mauricio Villa, Wendy Williams, Diana Wrana. Director musical: James May. Coreografía: Matt West. Dirección: Robert Jess Roth. Teatro Lope de Vega.

Nos olvidamos, pues, de toda intelectualidad y de cualquier morbo, al que no dejarían llegar sus actores; entramos en el mundo de palomitas, cola, luces, colores planos, vocecitas. El espectáculo ha llegado desde Broadway, se ha traducido y adaptado aquí, se ha hecho su reparto (con muy desigual fortuna) y va a pasar unas pascuas espléndidas, según todos los indicios. Y probablemente mucho mas allá de las pascuas. Hay invertidos cientos de millones y la gente lo agradece tambien. Aplaudieron a veces decorados, a veces escenas; muchas coreografías y, al final, me pareció que insistían más con la bestia, Carlos Marín, que con la bella, Xenia Reguant; y mucho con el joven bailarín Víctor Ullate, capaz de incorporar un estilo Disney a la tradición europea que le viene de dinastía.

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