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Rabanera retirará el presupuesto de Álava al presentarle el PNV tres exigencias inasumibles

El PP se prepara para sufrir el más serio revés desde que accedió a la Diputación de Álava tras los comicios de junio. La única salida que le quedaba para sacar adelante los presupuestos, el respaldo del PNV, se le ha venido estrepitosamente abajo. Los nacionalistas han planteado unas condiciones previas inasumibles, que ni siquiera dependen del gobierno de Ramón Rabanera. Cerrada también la vía de los socialistas, el PP deberá prorrogar las cuentas actuales y prepararse para unos meses (al menos hasta después de las generales) de fragilidad en la Diputación.

Las negociaciones entre Ramón Rabanera y los nacionalistas terminaron la tarde del miércoles en apenas cinco minutos. Fue lo que necesitó el PNV para exponer sus condiciones previas a un hipotético apoyo al equipo de gobierno foral. Se resumían en sólo tres premisas, pero inasumibles las tres por la Diputación: la retirada por el Estado de "todos los recursos" presentados contra normas fiscales de las haciendas vascas, que Rabanera fije unas fechas concretas para la solución del conflicto de Treviño y que se modifique la ley electoral para cambiar las circunscripciones en las Juntas Generales. Así pues, en la negociación sobre presupuestos no se ha hablado ni una palabra sobre éstos.El PNV había jugado al despiste durante los últimos días, sugiriendo que estaba abierto a una negociación. Pero la realidad ha constatado todo lo contrario. El portavoz nacionalista, Félix Ormazabal, se reunió el miércoles con Rabanera y el diputado de Hacienda, Juan Antonio Zárate, con la intención ya madurada de tumbar el proyecto del PP. Aparte de esas tres condiciones, el PNV explica su posición de fuerza en otros argumentos.

Los nacionalistas entienden que existe un pacto entre populares y socialistas que incluye "una escenificación para hacer un paréntesis" y aparentar una ruptura desde este momento, en que se negocian los presupuestos forales, hasta las elecciones generales del próximo marzo. Ormazabal abandonó ayer su habitual moderación y, lejos de seguir la línea de sus últimas intervenciones ante las Juntas Generales, se ajustó a los cánones más férreos del aparato de su partido: "Todo esto [la relación entre PP y PSE] es un paripé de cara a la opinión pública, para engañar al electorado, porque se juegan un puñado de votos en las generales. Nos parece muy grave y hace que sea muy difícil nuestro apoyo al presupuesto".

Para recalcar su queja, el PNV presentará una interpelación en las Juntas para que el PP y los socialistas expliquen "su pacto". "Que se presenten juntos a las elecciones; para Álava sería mejor", propuso Ormazabal, quien pronosticó que los dos partidos se reconciliarán en público tras las generales. Y, por si no quedaba claro, los nacionalistas presentarán una enmienda a la totalidad del proyecto presupuestario.

La negativa del PNV tranquiliza a Euskal Herritarrok, que el mismo miércoles había pedido en las Juntas que se margine al equipo de gobierno del PP. Los nacionalistas aseguran que este llamamiento "no ha influido en absoluto" en su postura. Una opinión contraria merece a los populares, que en una nota pública emitida ayer ligaban la actitud del PNV a "la nueva estrategia política marcada por la advertencia de EH, lo que pone de manifiesto una vez más la subordinación del PNV a los intereses de la coalición radical".

Tercer revés

El PP recordó el apoyo que prestó los dos años anteriores al equipo de gobierno de Ormazabal, en minoría, para sacar adelante los presupuestos. Críticas y opiniones al margen, la Diputación se enfrenta ahora a una situación delicada. El rechazo de los dos partidos mayoritarios de la oposición sitúa a Rabanera ante una dura alternativa: o sigue adelante con el proyecto hasta que sufra una derrota en el pleno previsto para el día 17 o retira los presupuestos directamente, para evitarse la humillación pública. Según aseguró ayer un portavoz oficial, el PP optará por esta última solución. De ese modo, se ahorrará un mayor desgaste, como ya ha ocurrido en dos ocasiones anteriores en los cuatro meses de legislatura. En la primera, toda la oposición se unió contra la idea del Gobierno foral de cambiar el proyecto para construir el Museo de Arte Contemporáneo de Vitoria. La segunda derrota del PP se produjo con una declaración llevada por los nacionalistas a las Juntas, en la que se condenó el golpe militar de Franco de 1936.

La derrota de los presupuestos supone un revés aún mayor. Deja en situación de fragilidad a la Diputación durante al menos cuatro meses, hasta que termine el periodo electoral. Rabanera sabe que podrá seguir en su cargo, pues así se lo han garantizado los socialistas. Pero lo hará a expensas del PSE, que tendrá en su mano la llave de la gobernabilidad. El portavoz socialista, Fernando Buesa, ya ha anunciado que prestará su apoyo a Rabanera para cuantas correcciones deba introducir en la prórroga de los presupuestos.

Un cebo difícil de tragar

El PNV ha preferido realizar "una oposición constructiva" proponiendo una serie de condiciones antes que negarse de plano a apoyar los presupuestos elaborados por el equipo de gobierno. Pero las cláusulas resultaban en la práctica un cebo difícil de tragar, por no decir imposible, para el gobierno de Rabanera. Ninguna de las tres está en manos del diputado general: ni la retirada de los recursos en materia fiscal, ni la fijación de unas fechas para el conflicto de Treviño, ni la modificación de la ley electoral.La primera está en vías de resolución, aunque no depende de la Diputación, sino del Gobierno central. En principio, cabe esperar que se retire la mayor parte de los contenciosos durante este mismo mes.

El conflicto de Treviño abarca a más administraciones. La anterior Diputación, gobernada por el nacionalista Félix Ormazabal, no consiguió logros concretos, porque chocó con los intereses opuestos de Castilla y León y del Gobierno central. Rabanera está buscando caminos diferentes, aunque de ninguna manera con una solución a corto plazo. Más bien lo contrario.

El asunto más rocambolesco es la tercera condición, sobre la ley electoral. El PNV pretende regresar al sistema anterior, de modo que en vez de dividir la provincia en tres circunscripciones (Vitoria, con 39 de los 51 procuradores de las Juntas Generales; Ayala y Tierras Esparsas) las siete cuadrillas tendrían representantes políticos en la Cámara. Esto supondría poco menos que garantizar al PNV la mayoría absoluta en todas y cada una de las elecciones locales en la provincia. Los nacionalistas controlan casi el 80% de los pueblos de Álava, mientras que el PP domina sobre todo en la capital.

La paradoja radica en que cambiar la ley no depende de la Diputación, sino del Parlamento vasco y, por tanto, del PNV, EA y EH. Los nacionalistas, según aclararon ayer, sólo quieren que el PP vasco firme un compromiso para sacar adelante la reforma, aunque ésta no figuraba entre sus prioridades en las pasadas elecciones de junio.

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