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Detenido en Brasil un cura con kilos de cocaína bajo la sotana

Juan Arias

La sotana puede servir para esconder drogas. Es una prenda en desuso, que se ha convertido más bien en un símbolo eclesiástico conservador y devoto. Es lo que ha aprovechado el sacerdote de origen libanés, católico de rito griego-melquita, Georges Youssef Saliba, a quien la policía brasileña encontró debajo de los hábitos 11,5 kilos de cocaína pura el pasado dia 21, mientras embarcaba para Holanda desde São Paulo. Cuando le sorprendió la policía, que le seguía desde hacía meses, el sacerdote no se inmutó y se limitó a decir: "Sin escándalos, por favor".Luego Saliba confesó que había hecho últimamente cuatro viajes a Europa y que había ganado en cada uno alrededor de tres millones de pesetas. Y contó que usaba el dinero para ayudar a una asociación de niños abandonados que, según supo la policía, existía sólo sobre el papel.

Los investigadores sospechan que el sacerdote pueda formar parte de una banda internacional de narcotraficantes. De hecho, ahora se ha sabido que Saliba había sido ya detenido en 1990 en Australia, con dos kilos de heroína bajo la sotana. Llegó incluso a ser encarcelado. La policía ha incautado una serie de agendas y disquetes en casa de la joven Marília Cássia Teixeira, sospechosa de ser la amante del sacerdote. La joven está encinta, pero niega que el hijo sea del eclesiástico. Sin embargo, la policía posee una serie de fotografías en las que Saliba besa en la boca a la joven durante una excursión a las cataratas de Iguaçú.

Experto en sacar dinero

Saliba llegó a Brasil en 1980 y desde entonces conciliaba su actividad de narcotraficante con sus funciones sacerdotales en São Paulo. Los fieles dicen que era un experto en el arte de obtener dinero con rifas, loterías y mil otros trucos, alegando siempre que el dinero iba para los niños de la calle, un tema que siempre enternece a los fieles. Según el sacristán de la parroquia de São donde el sacerdote ha dicho misa los últimos seis meses, Miguel Arcanjo, Saliba llegó a sacarle dinero al mismísimo obispo.El sacerdote ya había sido alejado varias veces de sus funciones sagradas. La última fue en 1994, cuando se le prohibió celebrar misa. Pero él continuó haciéndolo. Según las autoridades de la Iglesia, probablemente el sacerdote ha ido jugando hábilmente con el hecho de que, aún siendo católico, él sólo respondía ante la Iglesia de rito griego-melquita: de esa forma conseguía de unos lo que otros le negaban.

La Iglesia oriental a la que pertenece no parece demasiado airada. Y, aunque ha hecho saber que volverá a privarle de todos sus derechos para que deje de seguir ejerciendo sus funciones ministeriales, ha querido subrayar, que esta vez no va a perdonarle, a no ser, ha añadido, "que Dios le perdone". Intentaba dar entender que, en ese caso, la Iglesia no podría actuar con más severidad que el propio Dios.

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