¿Juicio al torturador?
Periódicos y políticos marroquíes se preguntan si hay que llevar ante los tribunales a Basri y a sus colaboradores
"¿Hay que juzgar ahora a los torturadores? Formamos parte de aquellos que creen que la mejor manera de establecer la verdad es recurrir a la justicia". "Hay que juzgar a los torturadores para que la bestia muera definitivamente". La polémica sobre la suerte de los policías torturadores ha irrumpido en Marruecos a los cuatro meses de la entronización de Mohamed VI y a los 10 días de la destitución de Dris Basri, el que fue durante 20 años el todopoderoso ministro del Interior de Hassan II.Primero fue Abraham Serfaty, el viejo adversario político del anterior rey, quien pidió que Basri fuese juzgado por crímenes contra la humanidad. Después, esta semana, dos semanarios marroquíes, Le Journal y La Gazette du Maroc, se pronunciaban, en los términos arriba reseñados, por llevar ante los tribunales no sólo al ex ministro, sino a todos aquellos que en los "años de plomo" torturaron e incluso hicieron desaparecer a varios centenares de opositores.
Que tal debate se plantee demuestra el vuelco que ha dado la sociedad marroquí aunque, en última instancia, es poco probable que Basri y sus comisarios tengan algún día que responder de sus actos. "No hay que olvidarse de que el hombre no actuaba por cuenta propia", recordaba el diario Al Bayane. Denunciarle a él es acusar a todo un sistema represivo que encabezaba el difunto monarca.
Ni siquiera los islamistas más radicales reagrupados en Justicia y Caridad, un movimiento ilegal tolerado, son partidarios de juzgarle. "No le reprochamos nada. Sólo ejecutaba lo que se le dictaba", declara Nadia Yassin, la hija del jeque Yassin, el líder islamista detenido en su domicilio desde 1989. "En nuestra opinión, no hay que juzgarle, porque equivale a juzgar a los muertos", añadía aludiendo a Hassan II. "Y en el islam no se juzga a los difuntos".
Renunciar a juzgar no significa olvidar. Jalid Yamai, dirigente del partido nacionalista Istiqlal y antiguo preso, se hace eco de un sentimiento mayoritario de los que padecieron la represión en sus carnes cuando pide dos cosas: "Que el Estado reconozca que se violaron los derechos humanos y nos pida perdón; que todos aquellos que cometieron aquellos abusos sean apartados de los puestos que ocupan".
Hay dos casos de presuntos verdugos ascendidos que a Yamai y a otros muchos ex presos les irritan especialmente. El del comisario Yusufi Kaddour, al que Basri tuvo la osadía de incluir en una delegación marroquí que acudió a la sede de la ONU en Ginebra para hablar de derechos humanos, y el de Mahmud Archane, otro ex comisario adjunto al que el ministro del Interior ayudó a montar su propio partido, el Movimiento Democrático y Social, gracias al cual es diputado.
Las víctimas de la violencia del anterior régimen se han dado cita este fin de semana en Casablanca. Su propósito es crear un foro marroquí de la verdad y de la justicia, inspirado en el ejemplo surafricano, para tratar de investigar sobre los crímenes de Estado, la tortura y las desapariciones forzosas al tiempo que promoverá la rehabilitación pública y moral de todos aquellos que pasaron por las mazmorras de Basri.
A Mohand Laenser, líder del Movimiento Popular, un partido de inspiración bereber, no le parece une buena iniciativa. "Si seguimos excavando nuestra propia historia no sé dónde nos vamos a detener", advierte. "Hay que pasar página, como se hizo en España, porque sólo así se puede construir el futuro". "Además", comenta un diplomático acreditado en Rabat, "el rey se ha deshecho bruscamente de Basri, pero es harto dudoso que quiera verle sentado en el banquillo. Sabe demasiado".
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