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MONUMENTAL DE MÉXICO

Los moruchos no permitieron el éxito a Espartaco

Espartaco tenía una gran ilusión de confirmar su alternativa en la Monumental Plaza México y esperó 20 años para realizarla. Desafortunadamente, esa gran ilusión se estrelló contra unos moruchos que no le permitieron tener el éxito deseado. Y si no tuvo éxito no fue por culpa de él, sino por culpa de quien no se ocupó de cerciorarse del trapío y de la adecuada presencia que debía tener el encierro de De Santiago. El astado de su confirmación tenía cara de novillo, pero su segundo adversario fue el colmo. Parecía un utrero y esto ya no lo aceptó el público, quien provocó la primera gran bronca de la temporada gritándole soeces recuerdos familiares al juez de plaza, José A.Ballesteros: primero por aprobar este animal y después por no devolverlo.A Garrafón, medido de fuerzas pero que se dejó torear, que abrió plaza, Espartaco con buen gusto lo veroniqueó y lo muleteó por el derecho acompasado a la calidad del ritmo de la embestida. Con el quinto, protestado por toda la concurrencia desde su salida hasta su arrastre, no debió haber prolongado su trasteo, pues ya había manifestado que regalaría el sobrero para aplacar el enfado de las galerías. Pero lo malo fue que el sobrero también era de De Santiago.

Santiago / Cavazos, Espartaco, Gutiérrez

Toros de De Santiago (regalo del sobrero), 2º, 5º y 6º, chicos; resto justos pero sospechosos de pitones; mansos, complicados e inciertos, excepto 1º, 4º y 6º, este último mereció la vuelta al ruedo.Eloy Cavazos: división; división y saludos. Espartaco, que confirmó la alternativa: saludos, silencio y aplausos. Alfredo Gutiérrez: silencio y dos orejas. Monumental Plaza México, 21 de noviembre. 3ª corrida de la temporada. Cerca del lleno.

Con este antagonista se jugó la vida pues se enfrentó a un morlaco incierto, probón, suelto, receloso y que además arrollaba. Su pundonor y valor le ganaron el reconocimiento de la afición pero a costa de un tremendo riesgo.

El violento segundo, pitado en el arrastre, hizo que Eloy Cavazos se viera fuera de sitio. Al fijo y dócil cuarto, el diestro de Villa de Guadalupe (Nuevo León) lo destoreó con su peculiar estilo, citándole con el pico de la muleta y aprovechando el largo recorrido del burel. Sus seguidores enloquecieron pero otro sector de los tendidos protestó. Al entrar a matar, Cavazos sufrió un golpe del pitón en el bajo vientre sin mayores consecuencias.

Con el áspero tercero, que se ponía por delante y también pitado en el arrastre, Alfredo Gutiérrez tuvo tres desaciertos: al capotearlo, al tratar de banderillearlo y al darle trapazos. Pero como se sacó la lotería con Canónigo, un noble ejemplar que tenía un son extraordinario, pudo dibujarle una emotiva faena con pinceladas de arte pero con muchos defectos. Se entregó sin importarle la zarandeada que le pegó la res brava por estar atravesado en su recorrido. Si no fuera por su bisoñez, a este toro de bandera le pudo haber cortado el rabo. Pero esperamos que algún día aprenderá a estructurar sus faenas.

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