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Cadáveres del Ártico permitirán reconstruir la gripe de 1918

Isabel Ferrer

Un grupo de científicos británicos ha hallado vestigios del virus de la gripe de 1918, el más devastador registrado en la historia de la medicina, en el cerebro de una de sus víctimas, un aspirante a minero enterrado en una isla de Noruega. Varias de las víctimas fueron desenterradas el año pasado, pero se encontraban tan cerca de la superficie que los científicos creyeron que el virus no se había podido conservar. A pesar de que el trabajo no está completo, los primeros análisis efectuados por los virólogos indican que se produjo una mutación y que la enfermedad atacó los principales órganos del cuerpo. El mapa genético del virus, que puede estar listo en los próximos 18 meses, servirá para identificar la mutación responsable de la pandemia que acabó matando a 21 millones de personas en todo el mundo en sólo dos años.John Oxford, experto del Royal London Hospital, viajó con otros científicos a la isla noruega de Spitzbergen el pasado año con la esperanza de encontrar los cuerpos congelados de seis jóvenes que contrajeron la gripe en el barco que les llevaba a la isla y murieron a los pocos días. El virólogo Ron Daniels, del Instituto Nacional para la Investigación Médica, lo acabó logrando tras varios meses de infructuosos ensayos.

Como el órgano afectado es el cerebro, normalmente ajeno a los ataques de gripe, los científicos creen que debió producirse una mutación genética en el virus. Ello explicaría las hemorragias internas masivas sufridas por millones de víctimas, en su mayoría jóvenes y sanas, que no respondían al modelo de paciente en situación de riesgo.

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