La imaginación al poder
En EL PAÍS del pasado 25 de octubre, Albert Folch, en La imaginación al poder, recomienda potenciar la independencia de los investigadores jóvenes para mejorar la investigación en España. La recomendación es excelente, y como jóvenes investigadores incorporados a la Universidad española después de trabajar en el extranjero, estamos convencidos de que ésta sería la situación ideal. Por desgracia, la situación real dentro de la Universidad va más allá de la falta de independencia científica y pasa por la falta de continuidad laboral para muchos de nosotros. De todo ello es responsable, por una parte, el sistema científico-universitario, y por otra, la enorme falta de fondos para la investigación pública.En España, al revés que en otros países, los proyectos de investigación no cubren la contratación de doctores, y casi los únicos doctores no funcionarios en la Universidad española provienen del programa de incorporación de investigadores que han trabajado en el extranjero. Este programa acoge a 600 o 700 contratados para toda la Universidad española, que son muchos menos de los necesarios. Además, en el futuro serán aún menos, porque a los incorporados en la Universidad no se les prorrogan los contratos. Por otro lado, y dada la actual política universitaria, es casi imposible conseguir una plaza de profesor al carecer de experiencia docente. Esta situación hace que la principal razón por la que muchos investigadores que están en el extranjero no vuelvan a España no sea sólo la falta de independencia científica, sino la precariedad laboral.
Albert Folch es más optimista que nosotros al apreciar que la incorporación de tres grandes expertos significa que algún cambio se está gestando. ¿Qué cambio puede haber cuando con una mano se invierten 2.000 o 3.000 millones en incorporar a un gran experto y con la otra se ahorra una cantidad inferior enviando al paro u obligando a regresar al extranjero a los investigadores jóvenes que ya habían vuelto? Algunos se incorporarán con los grandes expertos, pero pocos, y en muy pocas líneas de investigación.
Harvard, la universidad donde trabaja Folch, ha tenido 24 premios Nobel en ciencias, y España, sólo uno, hace casi cien años. Ciertamente, en los países desarrollados no todas las universidades son Harvard, pero muchas se parecen a Harvard. Por eso, ellos tienen premios Nobel y tecnología, y nosotros, no.-
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