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Dominique Perrault defiende la existencia de una arquitectura europea por encima de las nacionalidades

Ferran Bono

El arquitecto Dominique Perrault, autor de la monumental Biblioteca Nacional de Francia, calificó ayer en Valencia la situación actual de la arquitectura europea como "formidable", debido a la existencia de un espacio común constituido por un sistema de ciudades, no necesariamente capitales, en las que se pueden construir e intercambiar experiencias de todo tipo. "Ya no hay una arquitectura de naciones. Estamos ante la arquitectura de la cultura europea, en la que no hay delimitaciones políticas", afirmó.No obstante, el arquitecto francés, de 47 años, defendió la necesidad de perder "el miedo y la vergüenza" de hacer grandes proyectos arquitectónicos. Sostuvo que, a pesar de su diagnóstico positivo, no se promueven suficientes iniciativas de este tipo porque, entre otras razones, la clase media no está interesada y sólo participa cuando detrás de ella están los poderes públicos.

Intervenciones políticas

"Los grandes trabajos públicos dan brillo y conllevan una gran difusión de las ciudades en el exterior", agregó el arquitecto. Perrault recordó que la arquitectura en Francia no existía hace 30 o 40 años desde el punto de vista internacional y explicó el auge de la misma en los últimos tiempos por "las grandes intervenciones políticas y también por el apoyo de Mitterrand [promotor de la Biblioteca]".El también urbanista ilustró su discurso con la presentación de sus últimos proyectos (como el de la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela) en las conferencias organizadas por la Fundación Mies van der Rohe y la Universidad Politécnica de Valencia a propósito de la exposición del IVAM en la que se exhiben los dos trabajos ganadores y finalistas de la última edición de los premios europeo y latinoamericano de arquitectura, que concede la fundación catalana con el respaldo de la Unión Europea. Ganador de este premio en 1997 por la Biblioteca, Perrault desarrolló su idea "cómo construir edificios que no se ven", que están inmersos en el paisaje, al tiempo que establecen relaciones entre los barrios y crean, a su vez, su propio paisaje. De igual manera, la tecnología, que está sobre todo presente en el uso y elección de los materiales, "ha de estar oculta".

También participaron ayer en las jornadas el arquitecto alicantino Alfredo Payá y el holandés Wiel Arets, finalistas de los premios. Fiel a su meticulosidad, Wiel, uno de los arquitectos de mayor prestigio de la pujante escuela holandesa y autor de la Casa de Artes y Arquitectura de Maastricht, desgranó sus proyectos haciendo hincapié en los detalles arquitectónicos de la construcción. El arquitecto alicantino, de 38 años, diseñador del recientemente inaugurado Museo de la Universidad de Alilcante, destacó la apertura de la arquitectura hacia otras disciplinas como el arte y el fin, en consecuencia, de la visión endogámica de la misma.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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