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LA CRÓNICA El "efecto Bitò" ANTONI PUIGVERD

Girona, con sus piedras, sus flores, su capitalidad administrativa, su importante centro de servicios, su bulliciosa universidad (incluso con sus botiguers: antaño conservadores, hoy dinamizadores) extiende su fama de mirlo blanco de la urbanidad catalana: rica, tranquila y catalanísima. Sin embargo, en el plano cultural, Girona es una ciudad como tantas: ni chicha ni limoná. Lidera el índice de riqueza ibérica, acoge a miles de plácidos turistas, pero no aporta nada nuevo a extramuros. Dejando a un lado las viejas piedras, ¿tiene posibilidades Girona de ofrecer a Europa (de ofrecerse a ella misma) algo realmente propio, contemporáneo y con sentido? Los teatreros afirman que sí. Los teatreros en Girona no son muchos, pero comandan el pelotón de la culturilla local. De momento, y casi a la chita callando, han impulsado un festival de teatro, Temporada Alta, que la ciudad comparte, por una vez y esperemos que sirva de precedente, con la densa población de Salt. Temporada Alta funciona con un presupuesto modestísimo, pero con notable éxito de público y con enorme ambición teatral.En comparación con otros festivales, el de Girona presenta interesantes peculiaridades. De entrada, gracias al inteligente e imaginativo trabajo de una empresa privada, Bitò Produccions, Temporada Alta no cuesta el inevitable riñón al erario público. Eso es debido en parte al sentido común de los gestores de Bitò y en parte a un interesante y exportable invento suyo, el Club de Mecenazgo Teatral, en el que participan, a la vista del curioso absentismo cultural de las grandes firmas, 30 pequeñas o medianas empresas. También es original el modelo pactado con las administraciones: ellas aportan parte del presupuesto y casi todos los espacios, Bitò la dirección técnica y la gestión económica. Los responsables de Bitò consideran que este sistema mixto podría convertirse en una excelente medicina para resolver algunos de los males que afectan al carísimo y enfermizo mundo teatral: gestión privada de un proyecto público.

Bitò Produccions es ya en este momento, y sin salir de la dorada periferia gerundense, la tercera empresa teatral catalana. Produce espectáculos (La reina de bellesa de Leenane, Réquiem, de Tabucchi), gestiona temporadas y organiza giras, como la del brechtiano Hamlet de Lluís Homar que vimos el otro día en Girona, pero que ya recorre España en versión castiza. Es difícil contar lo que es Bitò puesto que siendo, como acaban de leer, una empresa extremadamente seria, innovadora y solvente, es asimismo una empresa atípica, liderada por un trío de personajes a cuál más agudo, divertido y excepcional. Salvador Sunyer dirigió el centro cultural La Mercè, posee una temible agudeza mental y desearía jubilarse lo antes posibles para dedicarse a leer y a buscar ous de reig, sus verdaderas vocaciones. Quim Masó (hermano del actor Xicu Masó), que había compatibilizado siempre la vocación teatral con la gestión empresarial, ha encontrado en Bitò la posibilidad de practicar el dos en uno. Josep Domènech (Mènec) fue actor y alma del mítico grupo local, El Talleret de Salt, y se ha convertido, sin dejar de vestir su clásico traje de buscador de setas, en un probo gestor ejecutivo. Mènec tiene una vocación secreta: sustituir a Ricard Maxenchs al frente del aparato barcelonista, aunque, mitómano insaciable, esperará el regreso de Cruyff.

Temporada Alta celebra este otoño su octavo aniversario colocando el adjetivo más deseado: festival "internacional". Gracias a ello, hemos visto en el teatro de Salt las inquietantes coreografías de Josef Nadj, hemos saboreado en la sala independiente La Planeta las perlas raras (Chéjov, Tofano, Kafka) de Franco di Francescoantonio, y está a punto de llegar Giorni felici, el Beckett del Piccolo de Milán. Este fin de semana ha llegado La habitación azul, Schintzler en versión Gas. A lo largo de este otoño han pasado o pasarán algunas de las mejores producciones catalanas y españolas del momento. Pero para los amigos de Bitò estos ocho años no han sido más que un prólogo. Quedan dos más, durante los cuales Temporada Alta, por añadidura, tendrá que apañárselas sin el teatro municipal, que será reformado. Para cuando se hayan superado estos 10 años de entrenamiento, Bitò propone un proyecto de gran envergadura, centrado en el teatro de texto, que sepa aprovechar los bellos espacios de la Girona antigua. Un festival de teatro internacional con todas las de la ley, al perfume de Aviñón, apoyado por todas las instituciones y con ambición ilimitada. Girona, sin necesidad de construir edificios nuevos, estaría alzando una nueva catedral. La catedral de la cultura. Crear o no crear algo nuevo a la altura de lo antiguo: éste es el dilema.

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