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Reportaje:

"Por mis principios"

Ferran Bono

Sonó la voz de Antoni Llidó y la sala se quedó muda. Superada la primera emoción, se empezaron a oír comentarios dispersos que revelaban la plena identificación del público con el párroco valenciano desaparecido en Chile en 1974. No en vano, muchos de los espectadores eran familiares (como Pepa Llidó, su hermana), amigos y gente que conoció a Antonio Llidó en su pueblo natal de Xàbia o durante su estancia en las pequeñas poblaciones de Quatretondeta o Balones, donde ejerció un magisterio indeleble que la reciente publicación del libro Antoni Llidó. Epistolari d"un compromís (Tàndem) ayudará a perpetuar.Andreu Zurriaga nunca llegó a conocer a su tío, pero ha participado muy activamente en las jornadas de homenaje a Antoni Llidó que, organizadas por la Universidad de Valencia, concluyeron ayer. Casi 25 años después de la desaparición del párroco en el campo de tortura de Cuatro Álamos, Andreu, de 30 años, se marchó a Chile siguiendo las huellas de su tío, buscando a las personas con las que convivió, recogiendo los testimonios de aquellos que vieron frustrados sus deseos de libertad y democracia por el golpe de Estado de Pinochet.

El fruto de su viaje quedó registrado en las más de 50 horas de grabación que reunió Andreu el pasado verano con la intención de realizar un documental que se ha quedado en poco más de una hora. La primera versión de Queridos todos se proyectó el miércoles en La Nau de la Universidad de Valencia con una sala atestada de público.

La sala quedó a oscuras y la voz de Llidó dio paso a unas imágenes aéreas de un avión, inicio del viaje a Chile. Desde el primer plano fijo de una mujer emocionada que anuncia por teléfono la presencia del sobrino del "chico, de Toño Llidó" mientras va saliendo fuera del campo de la cámara, se van enlazando múltiples testimonios que conservan intactos en la memoria los recuerdos entrañables de una persona que pretendía ayudar a los más pobres inculcando sobre todo el valor de la educación. "Tenía sentido lo que estaba haciendo", dice un testimonio del paso de Llidó por El Ferrol, donde fue apartado por la Iglesia antes de decidir marcharse a Chile.

Allí, en el país latinoamericano, una mujer muestra la maleta desvencijada de Llidó que todavía guarda, junto a cartas y otros enseres. Andreu, que ha participado en algunos proyectos cinematográficos, no mueve su cámara digital. Retrata la escena tal como es, con sonido directo, sin música ni artificios, captando el humanismo de la gente, sin poner acento en los aspectos más dramáticos. Con los hechos es suficiente. Hechos pasados que también proporcionan una visión del Chile de hoy.

En la pantalla aparece una fotografía de Llidó montado a caballo. El cura, que enviaba a su familia cintas grabadas con su voz, bromea sobre su aspecto. Son detalles sobre la personalidad de Llidó. Le gustaba mucho cantar y bailar, dicen varios testimonios. Siguiendo el trote de un caballo, la cámara se introduce en uno de los lugares en que vivió Llidó. Los recuerdos se suceden. El golpe de Estado, su paso a la clandestinidad, su lucha por la dignidad de los más pobres, su militancia en el grupo revolucionario MIR. Un amigo le preguntó sobre la existencia de dios y del cielo y obtuvo como respuesta que "el tema es cómo uno se comporta abajo". Este amigo vivió en Cuatro Álamos con Llidó. Sin dramatismo, recordó las descargas eléctricas y cómo el párroco de Xàbia exasperaba a los torturadores cuando se negaba a hablar: "¿Por qué no hablais, cura maricón?". "Por mis principios", respondía Llidó.

Todos quedaron marcados por la relación con él. Se dice en el documental y se ha repetido en todos los actos organizados. "No era nada agresivo. Estaba comprometido por el derecho y la dignidad de la gente sencilla y pisoteada", concluye uno de los últimos testimonios del documental, Queridos todos, expresión con la que Llidó solía encabezar sus cartas reunidas ahora en un libro.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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