"La guerra de Troya no se hizo por una mujer", afirma Gisbert Haefs
El autor de "Aníbal" reconstruye el mundo homérico en su nueva novela
Agamenón, Ayax, Héctor, Awil-Ninurta... ¿Awil-Ninurta? ¿Qué diablos hace un mercader asirio entre los legendarios personajes de la guerra de Troya? "Al escribir una novela histórica sobre Troya decidí situarla en su contexto real, las relaciones y conflictos entre las antiguas potencias del Mediterráneo oriental del segundo milenio antes de Cristo, como los egipcios, los hititas y los asirios", explica el novelista alemán Gisbert Haefs, que se ha sumergido en el mundo homérico desde una perspectiva evemerista, es decir, explorando la realidad histórica que subyace tras el mito. Así, en la nueva novela del autor de Aníbal y Alejandro la guerra de Troya no es culpa de la bella Helena: "Jamás he podido creer que se hiciera una guerra para liberar a una mujer; hacemos todo tipo de tonterías por ellas, pero no hasta ese extremo", dice Haefs. "Para la guerra de Troya hubo otras razones, de poder y económicas, una historia más interesante que todos esos asuntos de dioses y héroes. Los hombres siempre son más interesantes que los dioses".
Caballo de huesos
La nueva novela de Haefs sorprenderá a los que esperen una versión más acorde con lo que han leído en Homero, pero, en última instancia, ahí está lo narrado en la Ilíada: la ira de Aquiles, el dolor de Príamo, el caballo ideado por el astuto Ulises -aunque en este caso se trata de una estatua equina hecha de huesos de los caídos en la guerra- y la terrible matanza al caer la ciudad. Pero Haefs incluye otras cosas: "El mundo de la época de la guerra de Troya no puede limitarse a los griegos y los troyanos, era muy abierto, había muchas potencias interrelacionadas; hay indicios, por ejemplo, de que dárdanos [troyanos] lucharon como mercenarios en la famosa batalla de Qadesh, librada entre las tropas de Ramsés II y el rey hitita Muwatalli. Y en la propia tradición homérica se dice que tropas egipcias llegan para ayudar a los troyanos. En las crónicas hititas se mencionan nombres como Prijamadu [Príamo] y Attarissias [Atreo, el abuelo de Agamenón y Menelao]. Para construir una narración en la que se pudiera abordar todo eso necesitaba un personaje especial, y me inventé un mercader asirio, un navegante con mucha información porque su negocio depende de ella".Dinero, sexo, poder. El mundo troyano de Haefs vuelve a ser una antigüedad no sólo verosímil, sino casi respirable. Para su planteamiento histórico, el autor se ha apoyado en las teorías del joven geoarqueólogo alemán Eberhard Zangger, sustentadas en dos libros que han caído como una bomba en los ambientes académicos -donde los más tradicionalistas lo juzgan una amenaza estilo Von Daniken-. Zangger considera que Troya fue una gran potencia empeñada en una lucha a muerte por la hegemonía mundial en el siglo XIII antes de Cristo, y que el relato de Platón de la Atlántida es una descripción distorsionada de Troya... Haefs le sigue en esas osadas propuestas y considera capital una pregunta: ¿dónde estaban los barcos de Troya, que no aparecen en el poema homérico, durante la guerra? Él los sitúa en Chipre, como parte de una federación que luchaba contra los hititas. Y dejando indefensa a su metrópoli... Haefs, que presentó ayer en Barcelona Troya y otra novela suya, no de género histórico, La carcajada del general -ambientada en el Paraguay y centrada en un dictador en el que se transparenta el general Stroessner-, ambas editadas en Edhasa, tiene otra obra para publicar en España, El jardín de Amílcar, una "novela negra cartaginesa".
Haefs dijo que no ha leído el Alexandros de Manfredi y cargó contra Christian Jaq, al que acusó de caer en anacronismos como denominar a ciudades egipcias con el nombre griego que no tendrían hasta mucho después. "Es como si yo hubiera hecho que Aníbal mirara un reloj de pulsera en la batalla del lago Trasimeno", deploró.
Babelia
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