Memoria y revancha
Adam Michnik, el legendario disidente y hoy director del principal periódico del país, Gazeta Wyborcza, siempre defendió que Polonia debía seguir la fórmula de la transición española en lo que a la elaboración del pasado se refiere. En aras de la reconciliación nacional, se ha opuesto a que, salvo en casos de crímenes específicos, se desatara una operación de revancha contra quienes sirvieron al régimen comunista.Su tesis, compartida por el primer jefe de Gobierno no comunista, Mazowiecki, y por otros líderes de Solidaridad, como el actual ministro de Asuntos Exteriores, Bronislaw Geremek, se impuso desde un principio. Un firme argumento a favor de la misma era el hecho de que los comunistas polacos, bajo el liderazgo del general Wojciech Jaruzelski, jugaron un papel clave en la consecución de una transición pacífica y aceptaron la necesidad de la disolución del régimen, muy al contrario que otros líderes comunistas, como los rumanos o checoslovacos.
Diez años después, sin embargo, la derecha más dura en el Gobierno, encabezada por el jefe del grupo parlamentario de la Acción Electoral de Solidaridad (AWS), Marian Saklevski, parece decidida a relanzar lo que ya sólo puede suponer una "caza de brujas" a la vista de la transformación del mapa político en la izquierda y de la desaparición de todos los líderes comunistas que gobernaron antes de 1989.
Ante una situación que abre las puertas a una victoria electoral de la izquierda en las legislativas previstas para el año 2001 y con un presidente socialdemócrata como Kwasniewski, firmemente asentado en su popularidad, estos sectores de la derecha buscan un argumento de conflicto político que difícilmente pueden encontrar en otro terreno que en el pasado.
En los últimos meses se multiplican los indicios de que quieren lanzar esta estrategia de la crispación ante la falta de otros caballos de batalla electoral. Diez años después del fin del comunismo en Europa, tras una década de normalidad democrática y alternancia del poder entre izquierda y derecha, este intento sólo puede enrarecer el clima político, cuya estabilidad es tan necesaria ante las negociaciones para el acceso a la UE. Y puede ser un elemento de tensión en la actual coalición del AWS con la Alianza por la Libertad (UW), cuyos principales líderes creen, como Michnik, en la necesidad de la memoria, pero también en la mezquindad de la revancha.
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