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ELECCIONES CATALANAS

Pujol se encamina a su sexta legislatura

CiU vence en escaños pero necesitará al PP o a ERC para obtener la mayoría absoluta

Nunca en la sede de Convergència i Unió se había vivido una noche electoral tan incierta como la de ayer. Jordi Pujol no compareció ante sus seguidores hasta las 23.10 horas, una vez se conoció el resultado del escrutinio prácticamente definitivo con el 98% de los votos emitidos. "Hemos vuelto a ganar", dijo, apenas visible ante una barrera de fotógrafos y cámaras. "Pero dejadme que os diga una cosa importante: hemos vuelto a ganar por sexta vez consecutiva". El júbilo de los nacionalistas alcanzó en ese momento su cénit. Los gritos de "¡President, president!", intercalados con los de "¡Catalunya!", hacían apenas audible la voz del líder de CiU, exultante tras proclamarse vencedor en una carrera electoral que ha sido "más reñida que nunca".

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El discurso de triunfo de Pujol dejaba traslucir la satisfacción tras una campaña en la que no ha ahorrado esfuerzos para derrotar a un rival de peso político, Pasqual Maragall, quien, unido a Iniciativa per Catalunya-Verds ha logrado superar en votos a CiU a pesar de no obtener los escaños suficientes para formar Gobierno. "Quiero expresar mi agradecimiento al pueblo de Cataluña de manera muy emocionada, porque éstas han sido unas elecciones más competidas que nunca y ello nos obliga más que nunca a renovar nuestro compromiso", proclamó. Flanqueando a Pujol en la celebración del triunfo se hallaba la plana mayor de la coalición: Josep Antoni Duran Lleida, Pere Esteve, Felip Puig, Josep Sánchez Llibre, Núria de Gispert y Josep López de Lerma. También subió al estrado la esposa de Pujol, Marta Ferrusola.Fue una verdadera catarsis, pues la incertidumbre había planeado en la sede de CiU, instalada en un céntrico hotel barcelonés, hasta muy avanzada la noche. Hasta muy tarde no quedó claro el número definitivo de escaños de Esquerra Republicana, un dato trascendental para que los nacionalistas supieran si tenían mayoría para formar gobierno. Los resultados finales, pese al espectacular aumento del voto socialista, son similares a los de la pasada legislatura, pues el escenario permite a Jordi Pujol pactar indistintamente con el Partido Popular o con los independentistas de ERC. La zozobra se produjo justamente porque el escaño que no acababa de obtener Esquerra Republicana obligaba a CiU a gobernar obligatoriamente con los conservadores, posibilidad que había sido negada repetidamente durante toda la campaña.

Insultos acallados

La comparecencia de Pujol se alargó apenas diez minutos. Por primera vez en unas elecciones, el presidente no permitió a los medios informativos que le formularan preguntas. Dirigiéndose a sus enardecidos seguidores, les recomendó que se fueran a dormir: "Mañana tenemos mucho trabajo que hacer. Seamos dignos de la responsabilidad que nos ha dado el pueblo de Cataluña". Más tarde, cuando realizaba declaraciones para Televisión Española, se vio obligado a subir al estrado para pedir silencio a algunos de sus seguidores, que increpaban a Pasqual Maragall llamándole botifler (traidor). "¡Callad!", les conminó, "las victorias no se hacen contra nadie, sino a favor de Cataluña". "Es el momento de celebrarlo, pero en positivo, sin meternos con nadie", zanjó Pujol, que no pudo salir al balcón del hotel desde el que tradicionalmente saluda a sus seguidores tras sus victorias electorales a causa de la tromba de agua que descargó anoche sobre Barcelona.

Pero la victoria no estuvo cantada desde el principio. Durante la noche electoral, los ánimos en el cuartel general de los nacionalistas habían oscilado entre la satisfacción indisimulada por los resultados que, poco después de las ocho, arrojaban los sondeos a pie de urna hasta el mutismo absoluto cuando se llevaba el 24% de los votos escrutados y la ventaja socialista era en aquel momento de tres puntos.

Luego, cuando ya los porcentajes del escrutinio se situaron sobre el 87%, los ánimos se recuperaron. A las diez y cuarto de la noche, el secretario general de Convergéncia Democràtica de Catalunya, Pere Esteve, anunciaba triunfante que se habían cumplido dos de los tres objetivos de la coalición nacionalista al empezar la campaña electoral: "Ganar y lograr la mayoría".

Los militantes y simpatizantes de CiU reunidos en el hotel Majestic de Barcelona pudieron lanzar entonces un suspiro de alivio y empezaron a corearse los gritos de "Pujol, president". Con el 87,35% de los votos escrutados CiU ya lograba 56 diputados frente a 52 de Pasqual Maragall. La sexta legislatura de Jordi Pujol era ya un hecho.

"Teníamos tres objetivos", proclamó Esteve, "ganar, y hemos ganado. Tener mayoría, y la hemos logrado. El tercero, poder formar mayoría con todos los grupos importantes [del Parlamento catalán] está por ver, pero queda mucha noche. Esperemos". Para lo que no esperó Esteve fue para lanzar su primer dardo a los vencidos. "Los socialistas se proponían estos tres objetivos y no han conseguido ninguno", dijo ante el entusiasmo de los presentes.

Un voto complicado

Desde luego, aunque acabó bien, ayer no fue un día sencillo para Pujol. Por la mañana había ya torcido el gesto cuando acudió a votar a su colegio de la parte alta de Barcelona. No es su costumbre llegar tarde y había anunciado que votaría a las 11 de la mañana, pero eran las 11.30 horas y el candidato no había aparecido. Junto al colegio le esperaban 15 jóvenes con una gran pancarta amarilla que pedía libertad para los 14 manifestantes encarcelados el pasado 12 de octubre, tras los incidentes ocurridos en una concentración antifascista en el barrio de Sants.

La fuerzas antidisturbios tardaban en llegar. Al fin llegó una furgoneta con una decena de policías que montó un cordón disuasorio ante los jóvenes. Pero que un grupo tan reducido de personas lograra retrasar algo tan sagrado como el voto del presidente en funciones de la Generalitat no debió de gustar nada a Pujol. Llegó junto con su esposa y, sin apenas saludar, se dirigió hacia la urna. Cuando ya estaba dentro del colegio, uno de los jóvenes empezó a gritar, pero fue reducido por un fornido agente y conducido al furgón, lo que motivó nuevos gritos por parte de sus compañeros.

Con expresión contrariada, Pujol no quiso referirse al incidente ni escuchar a un joven que pretendía explicarle los motivos de la protesta. Advirtiendo que no contestaría a ninguna pregunta, se limitó a comunicar su satisfacción por la jornada electoral. "Durante estos días ya hemos explicado nuestros proyectos de futuro para Cataluña. Los candidatos, en un día como el de hoy, poco tenemos que decir. Ahora corresponde a los ciudadanos votar y decidir". Dicho esto, Pujol se encaminó hacia el coche oficial que le esperaba a poco metros y desapareció.

Futuro incierto para la coalición

Los dirigentes de Unió no podían contener anoche su satisfacción por los resultados. Los democristianos obtienen 13 parlamentarios, dos menos que en la anterior legislatura, sobre todo por la considerable pérdida de representación en Barcelona. Sin embargo, la victoria de CiU no impedirá que las relaciones entre los dos partidos de la coalición, Unió y Convergència, vuelvan a ser las mismas.Tras las elecciones generales de marzo del 2000, Unió celebrará un congreso extraordinario en el que se debatirá la ponencia política. Sólo entonces, esta formación pondrá sobre la mesa un nuevo marco de colaboración con sus socios de CDC y tomará una decisión sobre su futuro, que en ningún caso, según fuentes democristianas, pasará por la segregación. Hasta entonces, la plana mayor de UDC reforzará su estructura territorial con el objetivo de presentarse en el congreso con la máxima implantación.

El nuevo marco de relaciones pasaría, según algunos dirigentes, por la fusión entre los consejos nacionales de ambos partidos o por incrementar el porcentaje de representación de los candidatos en las listas y en los cargos institucionales, que ahora es de un 25%.

Diversos incidentes (Duran Lleida relegado al puesto número ocho de la lista o la coincidencia de fechas en la celebración de las escuelas de verano) provocaron que en agosto diversos dirigentes de CDC abogaran por la fusión de ambos partidos. La respuesta no se hizo esperar. La consejera de Justicia, Núria de Gispert, propuso negociar un nuevo marco de colaboración tras las autonómicas.

El debate se cerró en falso para no entorpecer la campaña. A cambio, Josep Antoni Duran Lleida ha dispuesto de un excelente trato en los medios de comunicación públicos catalanes, lo que le ha convertido en el número dos médiatico de CiU.

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