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Reportaje:

Viviendas para todas las aves

Se dice que la necesidad aguza el ingenio y también que hay quien se crece con las dificultades. Como bien muestra la exposición Buscando piso en Álava; una perspectiva a vista de pájaro, que hasta finales de diciembre alberga en su segundo piso el Museo de Ciencias Naturales de Vitoria, todos los años hay centenares, miles de aves que con la llegada de la primavera comienzan a ingeniárselas para crear ese nido en que puedan incubar sus huevos y criar a sus polluelos hasta que se valgan por sí mismos. La muestra recoge 71 nidos, procedentes de los fondos de este museo que en 1990 comenzó a recopilar estas casas de temporada que lo mismo se levantan en mitad de un sembrado que se adosan al alero de un tejado, sino surgen como palafitos en la orilla de una laguna o cuelgan de la rama de un árbol en cuyo tronco otro pájaro ha picado para hacerse una vivienda interior. Con decidida orientación didáctica, la exposición se ambienta en la sala de consultas de una inmobiliaria donde se han repartido los distintos tipos de nido, según el ambiente en que las aves los fabrican. Así, el primer bloque de ofertas lo forman las cabañas forestales, las que se encuentran en lo más frondoso de los bosques alaveses: nidos de rapaces como el gavilán o el milano negro, toscos y funcionales; del pico picapinos, que construye su ponedero horadando árboles; o del chochín o el reyezuelo pintado, pájaros de cinco centímetros, que muestran que el tamaño del nido no tiene nada que ver con el del constructor. Les siguen las casas de campo, las más afectadas por los nuevos tiempos que han acelerado la recogida de las cosechas, sin que las aves que anidan en las tierras de cereal se hayan adaptado a este adelanto temporal, con lo que muchas veces sus huevos acaban arrasados por las cosechadoras. Ahí están los aguiluchos o las codornices. La tercera oferta inmobiliaria son los apartamentos con piscina, donde se encuentra una de las joyas de la exposición: un nido de cormorán, ave que no anida en la Península, pero una de cuyas parejas se vio forzada a hacerlo en los pantanos de Vitoria. Aquí hay verdaderas curiosidades, como los nidos flotantes del zampullán o la bolsa colgante en que vive el pájaro moscón, realizada con semillas de sauces y chopos. Para los aficionados a las alturas están los refugios de montaña.Emplazados en peñas, cornisas y grietas de rocas, se pueden visitar en la muestra los nidos de los buitres, que no suelen llegar a fin de temporada ya que se los destruyen unas parejas a otras. Y no podían faltar los pisos en pueblos y ciudades, los que habitan las aves de hábitat urbano: gorriones, mirlos, golondrinas, lechuzas y urracas, que acompañan muchas veces a los ciudadanos con disimulo, como ese nido de tordo hallado en la caja de la persiana de un comercio de Vitoria. Todos ellos fueron recogidos por el equipo del museo que dirige Jesús Alonso y que tiene a Gorka Belamendia al frente de la sección de vertebrados. Ambos son los responsables de haber sacado adelante esta muestra con ingenio e imaginación.

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