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La CIA crea una empresa de alta tecnología para adaptarse a la era Internet

La central de inteligencia reconoce sus atrasos

En una decisión que reconoce sus propias limitaciones, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU ha creado una empresa independiente para actualizar sus sistemas informáticos y no ser vagón de cola en el tren de la alta tecnología. La CIA admite que algunas técnicas disponibles en el mercado de la informática son más sofisticadas que sus propios sistemas. Al frente de la compañía ha designado a un ejecutivo del sector privado que se hizo rico comercializando juegos de ordenador.En un alarde de nostalgia, la CIA ha puesto a la empresa un nombre inspirado en el personaje Q de las películas de James Bond, esa especie de profesor Bacterio a la inglesa que trabajaba en el sótano de la inteligencia británica para crear artilugios que los espías usaban al servicio de su majestad. La compañía In-Q-It está financiada estrictamente por los fondos de la CIA. Como no podía ser de otra manera, tiene dos sedes sociales: una en la ciudad de Washington y otra en la meca de la informática, el Silicon Valley de California.

La empresa tiene como objetivo prioritario mantenerse al día de cualquier avance en el mundo de la tecnología y la informática para tratar de trasladarlo al trabajo diario del espionaje estadounidense. De esa forma, la CIA no tendrá que pedir ayuda a empresas privadas cuando sea incapaz de realizar por sí sola tareas complejas; es lo que ocurrió cuando en 1970 recurrió en secreto al magnate Howard Hughes para construir un mecanismo capaz de sacar a flote un submarino nuclear soviético hundido en el Pacífico.

Un despegue honroso

El diario The New York Times ha desvelado que al frente de In-Q-It la CIA ha colocado a Gilman Louie, conocido ejecutivo en Silicon Valley que fabricaba juegos de ordenador y ganó cientos de millones de dólares al vender su empresa, Microprose, a la compañía Hasbro (creadora del juego Scrabble).

El servicio secreto de EEUU ha decidido gastar en esta iniciativa 28 millones de dólares (4.480 millones de pesetas) para que In-Q-It tenga un despegue honroso. La cantidad se deduce de los presupuestos que el Congreso asigna anualmente a la CIA.

John McMahon, antiguo número dos de la CIA y miembro del consejo de dirección de In-Q-It, ha asegurado que la explosión informática de los últimos años ha situado a los servicios de espionaje de EEUU "un paso por detrás" en el mundo de la tecnología. Este reconocimiento de culpa ha creado la necesidad de fabricar "un cordón umbilical que nos una a las mentes más brillantes de Silicon Valley", dice McMahon. En el mismo consejo de dirección se sienta, entre otros, William Perry, antiguo secretario de Defensa.

In-Q-It dedicará parte de su capital a la inversión en empresas que desarrollen tecnologías susceptibles de ser importadas al esquema de trabajo de la CIA, especialmente en los terrenos de la codificación de la información y la creación de sistemas de seguridad y privacidad. No hay ninguna aspiración mercantil en este esfuerzo: si las empresas participadas repartiesen beneficios, el dinero se reinvertiría en la investigación.

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