Un hotel en la escuela de espadones
Las instalaciones de Panamá, donde se entrenaron oleadas de militares, dan paso a un hospedaje de lujo
No hay espadón latinoamericano con madera de dictador o gorila que no haya cursado estudios en la Escuela de las Américas, la academia castrense establecida por Estados Unidos en la ribera atlántica del Canal de Panamá. Promociones enteras de oficiales o jefes fueron adoctrinados en el combate contra el comunismo internacional y sus enanos infiltrados. La tortura, las detenciones arbitrarias o la discreta eliminación de presos políticos fueron catecismo en un centro que el grupo español Sol Meliá y otros socios europeos e iberoamericanos, y el empresario que los representa, el mallorquín Damián Barceló, han convertido en hotel de lujo. Son 21 millones de dólares para convertir aulas y polvorines en 315 habitaciones y dependencias con vistas a una naturaleza excepcional, que el Pentágono utilizó a fondo durante decenios. Las obras avanzan y a finales de año está prevista la inauguración de uno de los tres edificios de un complejo sólidamente construido a mitad de siglo en el sector Caribe del Lago Gatún. En el suelo del nuevo vestíbulo, junto a la rosa de los vientos, una frase bíblica evocará entre el hospedaje el pasado militarista de la instalación y llamará a la concordia: "Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".La voluntad del gobierno estadounidense fue otra desde 1946: aplastar los amagos revolucionarios en América Latina con mandos militares adictos. La relación de asignaturas y catecúmenos fue amplia, y algunos demostraron en la práctica mayor inspiración y ganas que los instructores gringos. Los generales argentinos Jorge Videla, Leopoldo Galtieri o Roberto Viola patentaron la picana (descargas eléctricas) o el empujón al mar desde aviones de la Marina, y organizaron la desaparición de más de 10.000 personas. La jefatura que consolidó a cañonazos la dictadura de Augusto Pinochet también pasó la reválida con sobresaliente en la Escuela de las Américas. Fueron muchos los diplomas expedidos en los salones de una academia que enseñó técnicas de sofocación político-militar y ahora despachará paellas valencianas. Roberto D' Aubuisson, jefe de los escuadrones de la muerte salvadoreños, o el general panameño Manuel Antonio Noriega, encarcelado por narcotráfico, recibieron asimismo la orla. En total, 57.000 militares latinomericanos escolarizados en Panamá y otras sedes.
"Me enorgullece haber convertido esta escuela de guerra en un lugar de paz", declaró a este diario, en Panamá, Damián Barcelo. La sociedad Detur (Desarrollos Turísticos) tiene una concesión por 60 años, y la propiedad de 500.000 metros de suelo con cuatro islotes y una pequeña península donde se construirá un puerto para navegar por el Canal, del Atlántico al Pacífico. A un tiro de piedra, siete kilómetros, bulle Colón, la zona franca más importante del mundo después de Hong Kong.
Barceló es el presidente de Detur, y un militante mallorquín entusiasmado con la idea de que el hotel sea algo más que un hotel. Invitará a su inauguración a los jefes de Estado y de Gobierno de América Central y su discurso será americanista. No en vano una placa con un fragmento de una carta escrita por el libertador Simón Bolivar a un caballero jamaicano, el 6 de septiembre de 1815, ocupará lugar destacado. Los tres bloques de la Escuela de las Américas, cerrada en 1984, se llamarán La Pinta, La Niña y la Santa María, y los islotes, Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. La península será Puerto Petro, pues en el municipio de Santanyi aprendió a nadar el empresario. Marivent es el nombre atribuido a la suite principal de la instalación. "Tenemos también una zona donde hemos encontrado ocho o nueve depósitos norteamericanos para municiones excavados en la montaña, de 150 metros cuadrados cada uno. Las paredes tienen un blindaje de un metro de ancho y unas puertas que no hay quien las abra". El general Omar Torrijos y el entonces presidente de Estados Unidos, James Carter, se comprometieron en 1977 a la devolución del Canal el 31 de diciembre de 1999 y abrieron las puertas de la academia y y de otras 20.000 hectáreas, ocupadas antes por las bases estadounidenses, al turismo, al comercio o la investigación científica. La Escuela de las Américas fue ofrecida al mejor postor. Nadie la quería hasta la llegada de los españoles, convencidos de que la estabilidad del balboa, en paridad y libre intercambio con el dólar, y los nuevos tiempos canaleros y políticos garantizarán el éxito de la empresa.
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