Una exposición muestra en Lleida pinturas rupestres mediterráneas
El 5 de diciembre de 1998, en la reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco que se celebró en Kioto, se acordó incluir en la lista del patrimonio de la humanidad el arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica. El objetivo prioritario de la exposición Arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica -que puede visitarse en Lleida y que desde el pasado 22 de abril recorre las seis comunidades autónomas que han participado en el proyecto- es el de divulgar las características de las pinturas rupestres prehistóricas, halladas en 163 municipios, a fin de preservarlas. La exposición, de carácter didáctico e informativo, consiste en 20 grandes paneles que reproducen las pinturas más interesantes de cada yacimiento en un calco en color blanco sobre fondo negro, lo que facilita la apreciación de todo el conjunto pictórico. Al lado, ya en detalle, aparecen las fotografías de las figuras en su tamaño real, la mayoría animales y hombres cazando, junto a una panorámica del paisaje donde se encuentran, una breve explicación de las características de las pinturas y su ubicación en el mapa de la Península. La exposición incluye también dos monitores en los que se puede consultar la versión en CD-Rom de la base de datos de todos los yacimientos. Entre los motivos que pesaron a favor del dictamen de la Unesco, la organización internacional valoró la exclusividad del conjunto, su valor documental, la imbricación en un paisaje humanizado pero de un alto valor ecológico, y la fragilidad y vulnerabilidad de los yacimientos. En total son 757 yacimientos que se extienden en abrigos y grutas de las sierras litorales e interiores del arco mediterráneo, en áreas agrestes de media y alta montaña, a lo largo de 800 kilómetros, desde el extremo oriental de Andalucía hasta el Prepirineo leridano y oscense. De estos yacimientos, 60 están en Cataluña: 5 se encuentran en las comarcas barcelonesas, 16 en las leridanas y 39 en las de Tarragona. Un arte mágico A través de los trazos esquemáticos o naturalistas de las pinturas rupestres que dibujan ciervos, toros, caballos, cabras, hombres y mujeres, se pueden imaginar las creencias, miedos y aficiones de los hombres que habitaron en la zona mediterránea de la Península Ibérica hace más de 10.000 años. Gracias al clima seco de esta amplia zona, algunas de estas pinturas, situadas en abrigos poco profundos sometidos a la intemperie, han sobrevivido hasta los albores de un nuevo milenio. Entre los yacimientos destacan la Cañada de la Cruz en Pontones (Jaén); la Solana de las Covachas en Albacete; la Cova dels Cavalls en Tírig (Castellón); la Val del Charco del Agua Amarga en Alcañiz (Teruel); el Abrigo de los Toros en Albarracín (Teruel); la Cueva de la Vieja en Alpera (Albacete), y la Cueva de la Araña en Bicorp (Valencia). Uno de los primeros en descubrirse y uno de los más significativos es la Roca dels Moros, en El Cogul (Garrigues, Lleida), descubierto en 1908.
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