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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Policía de todos

Sin una policía de todos, en la que las dos comunidades participen y tengan confianza, la paz no podrá asentarse en Irlanda del Norte. El último gobernador británico de Hong Kong y próximo comisario europeo, Chris Patten, no se ha andado por las ramas y propone para ello una radical transformación del Royal Ulster Constabulary (RUC). Su actual composición habla por sí sola: un 92% son protestantes. El IRA difícilmente entregará sus armas con un RUC que sea bastión de los protestantes. Patten propone, además de la lógica salida del Ejército británico, reducir la policía local de 13.000 a 7.500 efectivos, y sobre todo -pese a que la población protestante represente un 60% de la provincia- avanzar hacia una composición paritaria no sólo para lograr un cuerpo más representativo, sino también más eficaz, pues en su seno habría también nacionalistas y republicanos. En el terreno simbólico cambiaría su nombre por el más neutro de Servicio de Policía de Irlanda del Norte, y dejaría de usar la bandera británica en sus edificios. El nuevo cuerpo dependería del Ejecutivo norirlandés y sería tutelado por un órgano en el que también estarían representados todos los partidos. De esta reforma se encargaría a lo largo de diez años una personalidad extranjera.

Patten no llega a responder a la petición del Sinn Fein, el ala política del IRA, de desmantelar el RUC, pero, si estas reformas se aprueban y se llevan a cabo, el RUC quedará irreconocible. Por ello mismo, la propia policía -302 de cuyos integrantes han muerto víctimas de la violencia desde que se iniciaron los disturbios, hace tres décadas- ha acogido las propuestas con cara agria, y los líderes protestantes las han criticado con mayor o menor dureza.

Las detalladas propuestas de Patten son razonables y necesarias. Pero el calendario no preveía que el informe encargado 15 meses atrás fuera a llegar en un momento de estancamiento del proceso de paz. George Mitchell, el ex senador estadounidense muñidor de los acuerdos de 1998, no ha logrado desatascar la situación en sus primeros intentos de negociar una revisión de aquellos textos. Las posiciones siguen estancadas desde hace meses: los protestantes se niegan a que el Sinn Fein participe en el Ejecutivo mientras el IRA no entregue las armas, y éste se niega a hacerlo, pues contempla el desarme como final de trayecto y no como condición previa. La puesta en marcha de las propuestas de Patten debería servir para quitar argumentos al IRA.

Aunque el proceso no avanza, tres de cada cuatro norirlandeses siguen apoyando el pacto que se firmó el Viernes Santo de 1998, frente a lo que sucedía en 1974, cuando los protestantes echaron a pique los similares acuerdos de Sunningdale. Ésta es la base del optimismo y la perseverancia de Blair.

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