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Otra oleada de acciones de guerra mantiene en vilo a Colombia

Colombia vivía ayer pendiente de sucesos ajenos a la ya desconvocada huelga nacional que había comenzado el martes: la toma de la central hidroeléctrica de Anchicayá, cerca de Cali, por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la protesta de los indígenas de la provincia de Nariño, que mantienen desde hace cuatro días aisladas a 17 poblaciones en la frontera con Ecuador. Mientras, cerca de Medellín, el recuento de los civiles asesinados por los paramilitares ya supera la treintena.

La toma guerrillera, a la que poca atención han dado los medios nacionales, se produjo el martes, primer día de la huelga que ayer fue desconvocada. La central no estaba operando, pues se encuentra en mantenimiento, unas tareas que continúan bajo el control absoluto del Frente 30 de las FARC al mando del comandante J.J.. El Ejército no ha realizado ningún intento para recuperar el lugar. Temen una emboscada y poner en peligro a los más de 100 retenidos en poder de la guerrilla, entre ellos cinco periodistas.J. J. ha repetido que sólo abandonarán Anchicayá -que suministra energía a 38municipios- cuando bajen las tarifas en un 30%. Ayer por la tarde, una comisión del Gobierno regional se entrevistó con los guerrilleros, a quienes tuvieron que rendir cuentas de las inversiones sociales que hace su Administración.

Los indígenas, que bloquean la carretera que une Ecuador y Colombia, protestan porque las importaciones de productos agrícolas tienen en la ruina a los pequeños productores. "Aquí dialogamos con funcionarios con poder decisorio", dijo un dirigente al exigir la presencia del ministro del Interior. Y dieron un ultimátum: "Si el Gobierno no nos atiende pronto, se unirán a la manifestación los indígenas del Cauca y aislaremos, con bloqueos, el sur del país".

Cacería de humanos

Entretanto, la guerra no cede: el Ejército mostró a la prensa la hilera de 50 guerrilleros muertos en combate en la provincia de Casanares, y los paramilitares continuaron con la "cacería de humanos" -como la calificó la madre de una de sus recientes víctimas-, esta vez en Yolombó (Antioquía). Las víctimas campesinas pasan esta vez de 30; algunos fueron torturados antes de recibir el tiro de gracia.

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"No hubo vencedores ni vencidos", dijo el ministro colombiano del Interior, Néctor Umberto Martínez, al firmar el miércoles por la noche el acuerdo que puso fin al paro nacional indefinido ordenado por las centrales obreras. Las dos partes se sentaron ayer a discutir un pliego de 41 puntos -que plantea un nuevo rumbo en la política económica y social del Gobierno- y a revisar la lista de las más de 200personas retenidas durante el paro, para dejar en libertad a los que no estén acusados de actos criminales.

Los sindicalistas están contentos con el final de una huelga que, en la práctica, duró sólo un día, el martes, pero algunos analistas señalaron que ha quedado en evidencia la debilidad del movimiento sindical y su poca capacidad de convocatoria.

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