La fusión de Pryca y Continente desbarata la política comercial desarrollada por Pujol
La globalización económica ha hecho saltar por los aires la política diseñada por la Generalitat durante los últimos 12 años. La sociedad resultante de la fusión de Pryca y Continente, las dos principales cadenas comerciales que operan en Cataluña, disfrutará de una privilegiada situación de dominio en el comercio catalán al controlar la mayor parte del mercado de las grandes superficies. El nuevo mapa comercial creado tras la fusión pulveriza los objetivos de las leyes y las actuaciones del Gobierno catalán desarrolladas durante los últimos años que pretendían ordenar el comercio catalán.
La defensa de los intereses de los consumidores, y sobre todo de los pequeños comerciantes, ha sido el motivo declarado por la Generalitat de Cataluña para impulsar su normativa sobre el sector. Así lo manifestó en los debates y la aprobación de la Ley de Equipamientos Comerciales en 1997. El anuncio de trabas y limitaciones a la instalación de grandes centros comerciales fue una de las banderas electorales que esgrimió el presidente catalán, Jordi Pujol, en las pasadas elecciones autonómicas, celebradas en 1995. La actual distribución de superficies comerciales en Cataluña se ha desarrollado según las directrices del Plan Territorial de Equipamientos Comerciales y de la Ley de Equipamientos Comerciales. Esta ley persigue "un sistema de distribución eficiente a partir de la libre y real competencia de los agentes y en la cual las pequeñas y las grandes empresas comerciales puedan concurrir de forma equilibrada". Buenas intenciones La fusión de Pryca y Continente supone un duro golpe para la competencia, cuya mejora era uno de los objetivos de la normativa de la Generalitat. La ley de 1997 condicionaba la concesión de nuevas licencias a "la existencia de un equipamiento comercial en el área de influencia en la que se pretende implantar el nuevo establecimiento, la oportunidad del mismo de acuerdo con la mejora que la apertura signifique para la libre competencia y también los posibles efectos negativos que pueda representar para el pequeño comercio existente". Sin embargo, la normativa de la Generalitat no había previsto algunos efectos de la globalización económica como el impacto de las fusiones empresariales, que están suponiendo un serio recorte de la competencia. La Administración catalana había puesto el acento en lograr un equilibrio entre pequeños comercios y las grandes superficies. Ahora, la fusión entre los dos grandes grupos franceses de distribución ha destapado la caja de los truenos. El pequeño comercio, a través de sus diversas asociaciones, ha puesto el grito en el cielo y algún analista del sector advierte que con esta fusión el mercado ha pasado por encima del legislador. Los conocedores del sector advierten que Cataluña se convertirá en un interesante banco de pruebas de la nueva situación del comercio en España, en una batalla que según la mayoría resultará ardua. Si la entrada del grupo norteamericano Val Mart en el mercado europeo, al adquirir dos grupos en Alemania y el Reino Unido, ha sido el desencadenante de la fusión de los dos gigantes franceses, ahora muchos recuerdan que el mismo Val Mart estuvo sondeando antes del verano a diversos grupos para penetrar en el mercado español. Entre ellos el catalán Caprabo, que hasta ahora ostentaba entre los puntos fuertes de su estrategia un liderazgo en Cataluña que ha perdido en beneficio del nuevo Carrefour. Pero el mercado catalán no sólo resulta interesante por la reacción de Caprabo, obligado ahora a mover ficha. Mercadona también ha anunciado fuertes inversiones en Cataluña, precisamente en el área de supermercados, donde tanto Caprabo como Pryca y Continente resultan especialmente fuertes. Antes del verano, Mercadona también estuvo en el punto de mira de Val Mart. Después de su fusión, y sólo teniendo en cuenta los grandes centros comerciales de más de 5.000 metros cuadrados, la unión de Pryca y Continente se ha hecho con el 57% del mercado. Una posición que desde la competencia se considera peligrosamente monopolística. Por ello, sectores del gran comercio proponen informalmente cambios en la política comercial de la Generalitat, como por ejemplo una normativa de apertura de nuevos centros comerciales más laxa que la actual y que permita reequilibrar las zonas donde el monopolio del nuevo operador resulte más evidente. Por otra parte, el Ministerio de Economía ha indicado que elevará a las autoridades de Bruselas aquellas situaciones más conflictivas en las que la competencia pueda verse afectada. PASA A LA PÁGINA 6
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