Reservas comprensibles
El Parlamento Europeo ha aprobado con reservas la candidatura de Loyola de Palacio a la vicepresidencia de la Comisión Europea. Después de un tenso examen oral en el que se suscitó la responsabilidad de la ex ministra española de Agricultura en el caso de las subvenciones a la producción de lino percibidas por altos cargos de su antiguo departamento, los grupos parlamentarios socialista, comunista y verde mantuvieron sus reservas sobre la capacidad de gestión y control de la examinanda, fundadas en su resistencia a aceptar responsabilidades políticas en el escándalo del lino. Nada hay que objetar a que los parlamentarios europeos pregunten a la candidata cómo actuaría en la Comisión Europea si se encontrara ante un problema similar, y es muy razonable que los examinadores desconfíen si responde que "por supuesto que dimitiría" cuando esto es lo que no hizo en España.Es evidente que la ex ministra ha sido pillada en falta y que su comportamiento político en el caso del lino no se ajusta a las exigencias de responsabilidad individual que el Parlamento Europeo aplicó al equipo del presidente anterior de la Comisión, Jacques Santer. Según aquella doctrina, la responsabilidad individual de los comisarios incluye sus actuaciones individuales y "los fallos importantes de sus servicios, incluso cuando la culpa de ellos no les pueda ser imputada personalmente". De las respuestas de la ex ministra se desprende que no participa de ese modelo de responsabilidad y que confunde los distintos planos en los que se mueven la responsabilidad política y la penal. "Nadie ha dicho que yo personalmente tuviera nada que ver con nada de fraude, ni de tipo penal, ni nada. Lo máximo que han hecho es acusarme de tener una responsabilidad política", aseguró. Y ése es el problema: que tiene una responsabilidad política en el escándalo del lino, puesto que fueron funcionarios nombrados por ella quienes compatibilizaron sus cargos públicos y sus negocios particulares y percibieron subvenciones de la Unión Europea para cultivar lino, desaparecido o quemado en su mayoría. La ministra no optó entonces por la vía de la dimisión y son comprensibles las reservas de los parlamentarios europeos sobre su capacidad para enterarse de lo que hacen sus subordinados y sobre su disposición a dimitir cuando la ocasión lo exige.
La Comisión de Prodi no ha empezado con el mejor pie, lastrada por la desconfianza que generó la gestión del equipo de Santer y por la proliferación de asuntos de corrupción de intensidad variable, uno de los cuales es el del lino español. La debilidad de la Comisión se agravaría si la investigación de las subvenciones al lino que propone su titular de Agricultura,Franz Fischler, llega a conclusiones distintas de las exculpaciones insatisfactorias que impuso el PP para cerrar la comisión investigadora en el Parlamento español en pleno mes de agosto. O si la Fiscalía Anticorrupción encuentra indicios de delito.
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