Una feria del conocimiento
"Todos los laboratorios tienen un interés lícito por conseguir nuestra atención". Alfonso Castro Beiras, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, entiende que reuniones como este congreso europeo que se celebra en Barcelona son una perfecta simbiosis entre negocio y ciencia, "una feria del conocimiento"."Coincidimos en buscar mejoras para tratar o diagnosticar enfermedades", señala Castro, opinión que comparten gran parte de los catedráticos y jefes de servicios de Cardiología de los hospitales, como Francisco Navarro-López, responsable de Cardiología en el hospital Clínico de Barcelona y miembro del comité organizador del congreso: "La colaboración entre la industria y los científicos es imprescindible".
El congreso incluye en su programa innumerables sesiones organizadas por los laboratorios para mostrar resultados de los ensayos clínicos de sus medicamentos, en los que han invertido miles de millones de pesetas. Estos estudios pueden comportar modificaciones en los tratamientos que los cardiólogos aplican luego a millones de pacientes de todo el mundo.
Para que la enorme presión de las multinacionales no influya en las decisiones de los especialistas -muchos de los cuales cobran por los estudios clínicos de los laboratorios-, tanto la Organización Médica Colegial (OMC) como Farmaindustria se han dotado cada una de un código deontológico, a falta de una institución científica neutral que supervise este tipo de investigaciones.
Inspirado en la Asociación Médica Mundial, el código de conducta de la OMC advierte: "El médico no debe permitir que motivos de ganancia influyan en el ejercicio libre e independiente de su juicio profesional en favor de sus pacientes".
Por su parte, la patronal farmacéutica pone precio a las atenciones de cortesía con los facultativos: no más de mil pesetas. Eso dice el código.
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