Científicos de la NASA encuentran minúsculos depósitos de agua salada en un meteorito
Un meteorito que cayó en la ciudad de Monahans, en Tejas (EEUU), el 22 de marzo de 1998, y que fue recogido por unos niños, ha sido analizado por expertos del Centro Espacial Johnson (Houston). Según afirman los científicos, han encontrado en él unos cristales con unos minúsculos depósitos de agua salada con burbujas.El meteorito se llama Monahans H5 y pertenece al grupo de las condritas, que son unas rocas con pequeños gránulos esféricos (cóndrulos) de silicatos que no aparecen en rocas terrestres. Los autores del análisis de la roca, presentado en la revista Science, sugieren dos alternativas acerca del origen de los microdepósitos de líquido salino: o son fluidos del meteorito o han llegado a él procedentes de otro cuerpo que tuviera agua salada helada.
Se cree que las condritas contienen algunos de los materiales primordiales del sistema solar, por lo que los expertos creen que Monahans H5 proporciona información muy interesante sobre las condiciones que había en la nebulosa de gas y polvo que dio lugar a los planetas hace unos 5.000 millones de años.
"El elemento más abundante en el Sol es el hidrógeno; el tercero por abundancia es el oxígeno. Luego es lógico que las moléculas de agua debieron ser un constituyente fundamental de la nebulosa a partir de la cual se formaron los planetas", explica en un comentario de Science Robert N.Clayton, de la Universidad de Chicago. "La mayor parte del agua se condensó en los planetas gigantes en la zona exterior de la nebulosa, pero parte del agua remanente permaneció en las regiones interiores de la nebulosa y se incorporó a la Tierra y a otros planetas rocosos por procesos aún desconocidos", continúa este experto.
Los investigadores del Centro Espacial Johnson, de la NASA, liderados por Michael E.Zolensky, recuperaron el meteorito inmediatamente después de que cayera y lo llevaron a su laboratorio con sumo cuidado para evitar cualquier tipo de contaminación terrestre. Fue una suerte, reconocen los científicos, que los chicos que lo vieron caer alertaran enseguida a los expertos.
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