Tarjetas de crédito y cuentas secretas
El Kremlin no gana para escándalos. Ya no basta con que Rusia desvíe el dinero del Fondo Monetario Internacional o que ex asesores del Gobierno se vean mezclados en el lavado de millones de dólares, o que cercanos colaboradores del presidente sean acusados de corrupción. Ahora son el mismo Borís Yelsin, con sus hijas, Elena Okúlova y Tatiana Dichenko, quienes están en el centro del escándalo. Sobre estas personas, más muchas otras de su entorno, caen sospechas de haber dispuesto de tarjetas de crédito que pagaba una firma relacionada con Mabetex, la empresa que hizo las millonarias reparaciones en el Kremlin y en la Casa Blanca, la sede de Gobierno.Quien pagaba las tarjetas era la tienda de ropa Le Feu de Massagno, en Lugano, según afirma el diario italiano Corriere della Sera, que fue el que destapó ayer el escándalo siguiendo pistas dadas por la prensa rusa. La dueña de Le Feu es Silvia, esposa de Franco Fenini, un ex funcionario del Banco del Gottardo, a través del cual una serie de personas cercanas al Kremlin habrían recibido dinero de Mabetex.
En Lugano se dice haber confirmado la existencia de las tarjetas de crédito de la familia presidencial, y según la televisión rusa, Tatiana, la hija menor de Yeltsin, que además es asesora suya, habría cargado en un solo día 10.000 dólares a su tarjeta. El Kremlin, que había permanecido callado, ayer divulgó una nota en la que desmiente que el presidente o sus hijas tengan o hayan tenido cuentas en el extranjero -porque otra acusación versa sobre la existencia de una cuenta en Hungría con un millón de dólares-, pero calla sobre las tarjetas. Pável Borodin, el administrador de los bienes del Kremlin, y Anatoli Chubáis, el padre de la privatización rusa, también desmintieron haber tenido jamás cuentas bancarias en otros países.
Bahgjet Pacolli, el dueño de Mabetex que se adjudicó el jugoso negocio de 49 millones de dólares para reconstruir la Casa Blanca y el Kremlin, señaló en una conversación telefónica con la televisión rusa NTV que nunca ha comprado ni sobornado a funcionarios rusos, como tampoco ha financiado tarjetas de crédito de la familia de Yeltsin, y afirmó que lo que dice el Corriere "no son más que cuentos".
El lado débil de las acusaciones es la fuente que sirvió para comenzar las investigaciones que implican al Kremlin: Felipe Turover Chudínov. El diario Nóviye Izvestia le califica de "mentiroso incurable y estafador profesional cuyas hazañas estudian ahora las policías de Rusia, Israel y Suiza". Los motivos de Turover para hacer sus revelaciones al fiscal general ruso Yuri Skurátov, que se encuentra suspendido, serían simples deseos de venganza: Felipe habría trabajado como comisionista para Fenini, pero fue despedido.
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