Fiesta en distintas dosis
La primera corrida de toros, y segundo festejo de feria de la popular tercera, como así se la denomina, resultó a la postre entretenida y variada, con toros bien presentados, serios y de juego irregular, que desarrollaron alguna casta, mansedumbre, buenas y malas ideas, mejores y peores embestidas. Y hubo toreros con entereza y torería que acertaron a darles fiesta en distintas dosis.Les plantaron cara y salieron, en algunos casos, con la taleguilla rota. No faltó la emoción porque los espadas pisaron la arena sintiéndose toreros, y porque los toros tuvieron dificultades en distintos momentos de la lidia, y en otros lucieron encastado recorrido y cierta nobleza sI se les hacían las cosas bien.
Ermita / Bote, Flores, Escorial
Toros de La Ermita, bien presentados, de juego irregular, 5º y 6º encastados.José Luis Bote: estocada baja y descabello (vuelta); tres pinchazos, media tendida y dos descabellos (ovación). Eduardo Flores: pinchazo, dos medias desprendidas, media y ocho descabellos (silencio); estocada tendida, descabello -aviso- y tres descabellos (silencio). Ángel Gómez Escorial: dos pinchazos y estocada delantera (oreja); estocada que asoma, estocada tendida y dos descabellos (vuelta). Plaza de San Sebastián de los Reyes, 26 de agosto. 2ª corrida de feria. Un cuarto de entrada.
Quien al final se llevó el mejor lote fue Ángel Gómez Escorial, que le faltó muy poco para salir a hombros, algo que no logró por su manejo de la espada en el sexto, principalmente, y porque la faena a ese toro terminó por perder el buen rumbo que al principio apuntó.
El primero de Gómez Escorial dio un recital de mansedumbre en el tercio de varas. Recorrió el ruedo detrás del picador, o el picador detrás de él; más bien lo segundo. Salía escupido del peto en cuanto sentía la puya. Y costó un tiempo el sangrarle de forma adecuada. A este burel le puso un primer par de banderillas meritorio José Luis de los Reyes, y le bregó con buen conocimiento el subalterno Víctor Hugo.
Gómez Escorial comenzó el trasteo de muleta por bajo, doblones poderosos, que barrieron la arena. El manso no estaba falto de casta, y ante la pañosa de Gómez Escorial respondió. Hubo más pases por la derecha que por la izquierda, que fue algo más cicatera. Buen corte muleteril y gusto en algunos pasajes de la faena. Que concluyó en un remate final, ayudado por bajo, para abrochar una serie de derechazos templados.
En su segundo Gómez Escorial toreó de capa en el saludo ajustado a los cánones. Buen juego de brazos, se fue a los medios ganando terreno y se embraguetó con el burel. Verónicas templadas, el capote cogido por la esclavina, y una media para terminar de manos bajas que gustó mucho al respetable, que aplaudió a placer.
Ese toro sería el que mejor pelea hizo en el caballo. Aunque tomó una sola vara fue a ley. Empujó por debajo del estribo, metió los riñones. El picador de turno se agarró bien arriba, y se llevó una ovación merecida.
Gómez Escorial empezó la faena de muleta con unos preciosos ayudados por alto. Se echó la muleta después a la mano izquierda y nos obsequió una serie al natural de altos vuelos, que no volvería a repetirse. El toro poco a poco perdió gas y la faena justa medida. En redondo Escorial toreó con majeza, y terminó rodillas en tierra, molinetes sobre la mano derecha que alegraron un tanto al público. Y como está dicho, no estuvo fino con la espada y no logró el objetivo de la puerta grande.
José Luis Bote no tuvo la suerte de cara en el sorteo. Le tocó uno primero que acabó un tanto noblón en la muleta, pero que estaba muy flojo, y un segundo burel que por los dos pitones se quedaba corto y tuvo sentido, era de pases de castigo, macheteo adecuado y buenas tardes. Le propinó un pitonazo cuando toreaba de muleta por el lado derecho y le partió la taleguilla.
Pero en su primero Bote pudo dejarnos apuntes de la clase que nadie puede discutirle. Ese natural limpio, aquel derechazo ajustado, y el toreo a dos manos para cerrar al toro en el tercio antes de coger la espada de verdad. Gramos de torería cara. Eduardo Flores sufrió una seria voltereta al saludar de capote a su primer toro. Apretaba hacia tablas el manso y el torero se ciñó en el toreo a la vérónica. No tardó en meterle el pitón y echárselo a los lomos. Le buscó a continuación en la arena, en donde lo prendió por la hombrera derecha, que desgarró, y lo tuvo unos segundos angustiosos ensartado por la chaquetilla. Llegó el quite de las cuadrillas, y luego un tercio de muleta complicado, en donde volvió a darle una voltereta, sin consecuencias. En su segundo Eduardo Flores aprovechó la nobleza del toro de la Ermita, que tenía casta, para dibujar derechazos de buen hacer. Dos series en especial, no carentes de enjundia, que llegaron cuando bajó la mano y remató el muletazo por bajo. De no haber fallado con la espada es muy probable que hubiera conseguido algún trofeo. Su subalterno Briceño, muy bien con las banderillas.
Babelia
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