Yeltsin y Jiang Zemin refuerzan su alianza contra el "neointervencionismo" de EEUU
La breve cumbre del Grupo de Shanghai -compuesto por Rusia, China y tres repúblicas asiáticas de la antigua URSS: Kazajistán, Kirguizistán y Tayikistán- finalizó ayer en Bishkek, la capital kirguiza, con la firma de una declaración para reforzar las medidas de confianza en los más de 7.000 kilómetros de la frontera entre China y la extinta Unión Soviética. El presidente ruso, Borís Yeltsin, se entrevistó con su homólogo chino, Jiang Zemin, y ambos reforzaron su alianza estratégica y criticaron duramente el "neointervencionismo" de Estados Unidos y la OTAN.
Yeltsin había llegado anteanoche a Bishkek con ánimos combativos, como él mismo dijo al descender del avión, dispuesto a pelearse "con todo el mundo, y sobre todo con los prooccidentales". Estos ánimos del presidente ruso se reflejaron en sus conversaciones con Jiang Zemin: condenaron a EEUU por su "hegemonismo", por la guerra de Kosovo y por su aspiración a crear un mundo "cómodo sólo para ellos". La cita de Bishkek sirvió a Moscú y Pekín para estrechar su alianza estratégica frente a Estados Unidos y al eje que ha creado con Japón y Corea del Sur. "Ellos no tienen en consideración la tendencia objetiva hacia un mundo multipolar", señaló Yeltsin, mientras Jiang afirmó que "el mundo no está en calma todavía" porque "el hegemonismo y la política de fuerza se siguen practicando con nuevos métodos", como lo demuestra "el resurgimiento del neointervencionismo".El documento firmado por los cinco presidentes de los países que integran el Grupo de Shanghai recoge estas ideas al criticar veladamente las acciones de la OTAN en Kosovo, y reafirma la voluntad de reforzar la estabilidad en la región centroasiática, de tomar medidas para regular las fronteras y apoyar los esfuerzos de los países de Asia central encaminados a crear una zona desnuclearizada.
Lucha antiterrorista
Los cinco presidentes expresaron su preocupación por la continuación de los enfrentamientos en Afganistán, "lo que representa una seria amenaza para la estabilidad de la región", y prometieron guardar fidelidad a los principios de respeto a la soberanía, integridad territorial y no injerencia en los asuntos internos de otros, y luchar contra el terrorismo y el tráfico de drogas.Esto es realmente importante para los países de la zona, si se tiene en cuenta los problemas que deben enfrentar en sus regiones fronterizas. Los chinos deben combatir el separatismo de los musulmanes uigures, un pueblo de lengua túrquica que habita la provincia de Xinjiang, limítrofe con Kazajistán. Los rusos, que acaban de aplastar una rebelión islámica en Daguestán, comprenden las preocupaciones de Pekín. Afganistán representa para los países de la zona un doble peligro: puede convertirse en la fuente desde la que penetrará el integrismo islámico en las repúblicas centroasiáticas y es una de las principales rutas por donde entran las drogas hacia Rusia.
La misma cumbre, la cuarta del Grupo de Shanghai, se realizó en momentos en que el país anfitrión tiene una crisis en la frontera con Tayikistán, donde un grupo de guerrilleros ha tomado como rehenes a cuatro geólogos japoneses y al comandante de las tropas del Interior de Kirguizistán. Los guerrilleros, cerca de 200 hombres, aparentemente forman parte de un grupo de incontrolados que antes pertenecían a la oposición tayika.
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