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Reportaje:ESTUPEFACIENTES

Análisis legales para el consumo de drogas ilegales

Una asociación bilbaína ofrece pruebas a los consumidores para verificar la calidad de los estupefacientes

Patricia Ortega Dolz

"Lugar de cañamones", ésta es la traducción de Kalamudia, Asociación del Estudio del Cannabis, que se constituyó en Bilbao hace dos años con la idea de hacer visible la existencia de un sector de consumidores de cannabis y luchar por la despenalización de la producción de esta droga considerada como blanda para consumo propio. La asociación, "cannábica y antiprohibicionista", como se autodenomina, que cuenta con 400 socios, ha mantenido en vilo estos días a algunas autoridades vascas con otra de sus atrevidas iniciativas.Primero, y bajo el eslogan "contra la prohibición, me planto", en febrero de 1997 reclamó ante la Secretaría de Drogodependencias del Gobierno vasco el derecho a la producción de cannabis para consumo propio. Para ello organizaron, previo aviso a las autoridades, una plantación colectiva en una finca alquilada por la propia asociación en la que participaron 180 personas. Entre ellas se encontraban políticos, como el ex parlamentario de IU Juantxu Domínguez, médicos, abogados y sindicalistas. Cada una de estas personas, a través de un documento que contenía todos sus datos personales, se hacía responsable de las consecuencias penales de su acción. Se abrió un proceso judicial, pero el juez desestimó que hubiese un delito contra la salud pública por lo que "fue la primera cosecha de marihuana legal en el Estado español desde la convención de 1961", afirma su presidente, Martín Barriuso.

Ahora han formulado una nueva propuesta. Con el lema "si consumes, consume seguro" han querido llamar la atención sobre el problema de la adulteración de las drogas, que Kalamudia considera consecuencia de su ilegalización. Para ello propusieron al Ayuntamiento de Bilbao y a la Secretaría de Drogodependencias del Gobierno vasco llevar a cabo un análisis de las drogas ilegales más consumidas, con el fin de ver con qué grado de adulteración se estaban vendiendo e informar a sus usuarios de los riesgos que corren con su consumo.

En un principio pretendían instalar un tenderete en el recinto festivo de Bilbao, en el que contarían con testadores para analizar las diferentes sustancias, pero al final aceptaron hacerlo en su propia sede.

El sistema analítico es parecido al de las pruebas de embarazo. Se basa en una escala cromática: según el color y la intensidad se puede determinar el grado de adulteración de la droga. Pero lo que estos testadores no permiten determinar es qué otras sustancias contiene el producto; es decir, con qué otros componentes está mezclado. Para conseguir este tipo de análisis más detallados son necesarios medios más sofisticados, más propios de laboratorios. En función de qué sustancia se analiza varía el precio fijado por Kalamudia para el análisis. Si se trata de hachís, el coste de la prueba es de 1.000 pesetas. El del speed y éxtasis cuesta 800, y el de la cocaína, no sube de las 500 pesetas.

Al día de hoy, y en plenas fiestas de la capital vizcaína, unas 50 personas se han acercado, no sin un grado notable de desconfianza, al local de Kalamudia para hacer los análisis de las drogas que poseían para consumo propio. La mayoría portaba derivados del cannabis.

"Los resultados nos han sorprendido a todos, más aún a los propios consumidores. Los análisis de cocaína y de speed fueron los más alarmantes, porque no llegaban ni a colorear el testador. Podemos decir que lo que se está vendiendo en el mercado negro es mierda", afirma, tajante, Barriuso.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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