Las cantantes griegas irrumpen en España
Los discos de varias intérpretes helenas se convierten en un fenomeno de culto para los aficionados
En cosa de pocos meses, los anaqueles de las tiendas de discos se han abarrotado de letras gamma o épsilon. La música griega era una perfecta desconocida por estos pagos, hasta donde sólo llegaban noticias de Vangelis, Yanni, Demis Roussos, Nana Mouskouri o, entre los más entusiastas, Xenakis y Mikis Theodorakis. A la lista se han sumado, de repente, Elefthería Arvanitaki, Álkistis Protopsalti, Haris Alexiou o Savina Yannatou, intérpretes todas ellas con más de 20 años de trayectoria. El sello Resistencia, en perfecta sincronía con algún que otro locutor de las ondas públicas, es el principal impulsor del fenómeno: distribuye ya unos 40 discos con lo que se cuece a orillas del Egeo y en breve publicará un doble recopilatorio a modo de guía musical. Con todo, es justo advertir de que entre el aluvión de novedades hay, junto a obras muy estimables, otras de valor infinitamente más dudoso.Arvanitaki, natural de El Pireo, se perfila como el valor más seguro de la nueva hornada. Su último trabajo es el doble álbum Fuera de programa, con un inusual repertorio prestado de Theodorakis o Vasilis Tsitanis, pero su obra, sin duda, más hermosa, Los cuerpos y los cuchillos, se remonta a 1994. En ella, Elefthería hermanaba el canto tradicional griego con la música del compositor armenio-estadounidense Ara Dinkjian.
Otros álbumes anteriores, en cambio, invitan a la duda. Dicen las crónicas que Kontravando (1986), junto a Stamatis Spanoudakis, supuso una revolución en el pop griego por su utilización de programaciones. Con la perspectiva del tiempo, el disco resiste pocas críticas. Elefthería Arvanitaki actuará el 15 de octubre en Barcelona y dos días más tarde en Madrid.
Conciertos en Madrid
Álkistis Protopsalti estará también en otoño en Madrid, donde la colonia griega se reduce a 700 integrantes. Esta devota del poeta Kavafis tiene el vigor y la pasión interpretativa de eso que los griegos llaman pathos, pero su repertorio incurre a menudo en arreglos muy convencionales, más propios de la música melódica. Así sucede en Como el comienzo de un volcán, su obra más conocida, y no tanto en Parathechtika, reunión con el compositor serbio Goran Bregovic (el de El tiempo de los gitanos), un personaje adorado por los griegos. Y viceversa: él siempre ha repetido que su obra favorita es Rebetiko, de Stavros Xarhakos. Así las cosas, puede que la propuesta más interesante sea la de la macedonia Savina Yannatou, de la que ya han visto la luz cuatro trabajos. El mejor, Virgin Maries of the world, repasa composiciones que la Virgen ha inspirado en las más diversas culturas, desde el África negra a las Antillas, pasando por una saeta andaluza. La luminosidad de las interpretaciones llevaron a un crítico a recordar estas palabras de un sacerdote griego: "A veces, durante las oraciones del Viernes Santo, se me hace difícil distinguir si el dios al que rezamos es Cristo o Adonis".Haris Alexiou, de la que ahora se conoce Un beso al mundo, es la diva por excelencia, una mujer que en 27 años ha cantado en estadios y clubes nocturnos, a Nino Rota o Kurt Weil. Su antítesis puede ser Maryo, mujer volcánica, portuaria, a la que se ha definido como cruce de Bessie Smith, Edith Piaf y Cesaria Évora. The grande damme from Greece refleja el talante extrovertido del estilo rebetiko.
Hay más nombres. El intérprete de lira Psarantonis, alias El Hendrix cretense, presenta sus improvisaciones en I reckon.
Y el momento es ideal para redescubrir a Theodorakis, del que se presenta el lírico Poetica, en compañía de Maria Farantouri. También se convierte en una sorpresa David Lynch, saxofonista estadounidense afincado en Atenas, que en Lit"l song mezcla efluvios jazzísticos con el aroma del salitre mediterráneo.
Babelia
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