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Fernando Higueras critica la arquitectura moderna "de usar y tirar" y propone una de usos múltiples

¿Qué se debe respetar arquitectónicamente en las ciudades? ¿Qué merece ser considerado monumento? ¿Cuáles son las reglas del juego para la innovación? El curso Arquitectura de ruptura en ámbitos históricos, de la Universidad Complutense en El Escorial, dirigido por Alberto García Gil, de la Universidad SEK de Segovia, trata de plantear debate sobre ese tipo de cuestiones. Fernando Higueras (1930), autor de edificios como el Centro de Restauración de la Ciudad Universitaria de Madrid, conocido popularmente como "la corona de espinas", o del hotel Las Salinas, en Lanzarote, fue muy crítico con lo que denominó "arquitectura moderna de usar y tirar que se lleva ahora". "Es una arquitectura talidomídica que me da asco", dijo. "Los edificios deben durar y servir para múltiples usos, porque lo que alberguen será sin duda cambiante".El caso Guggenheim era inesquivable. "Es una obra grande, por su dimensión, y cara, porque costó un millón de pesetas por metro cuadrado", señala Higueras. "Pero es un fenómeno social, porque ha resultado totalmente rentable. Y cuando eso ocurre, las opiniones estéticas son secundarias. A mí, la verdad es que me parecen unas latas de leche condensada cubiertas de papel de aluminio y pisoteadas". Higueras reconoció en varios momentos jugar entre bromas y seriedad a provocador, como cuando definió el Partenón como "un ejemplo de estilo brutalista con el que los griegos no llegaban ni a los talones a la arquitectura china de madera". "Y además el Partenón estaba pintado de colorines: era una falla valenciana. Roto está más bonito", comentó.

Sobre el Guggenheim discrepó Juan Miguel Hernández León, director de la ESTA de la Politécnica de Madrid y presidente del Círculo de Bellas Artes: "El Guggenheim es un ejemplo de cómo incluso una obra de arquitectura mediática, cuyo carácter de signo se sobrepone a cualquier otra calificación, nos muestra determinados aspectos extraídos del contexto en el que se construye". Hernández León, que puso el contrapunto teórico al vitalismo expresivo de Higueras, añadió que toda arquitectura "tiene un insuperable componente local, y no puede separarse de la época histórica".

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