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Tribuna:JORNAL DE AGOSTO
Tribuna
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La frescura del saber

Pese al tórrido sol, la vida de la Universidad madrileña no muere en agosto. Tan sólo se desplaza hacia la sierra de Guadarrama buscando, para sobrevivir, la frescura de la brisa que por sus faldas de color verde oscuro cada mañana resbala. San Lorenzo de El Escorial es la capital de los saberes madrileños durante el estío, del 5 de julio hasta el 27 de agosto. Allí, bajo las copas de abetos aromados y de pinos centenarios de espinas puntiagudas, a salvo tras los muros de un hotel grande y de un palacete de piedra, trabaja calladamente un grupo de unas veinte personas. Es algo así como el estado mayor universitario de guardia en Madrid.Ellas y ellos llevan un año empeñados en hacer realidad un anhelo: mantener abierto un foro universitario para el debate de ideas y proyectos, ciencias, humanidades y arte, con el que dotar de sentido y de saber al verano madrileño. Han conseguido atraer hasta San Lorenzo de El Escorial a más de 1.300 personas, especialmente seleccionadas por sus conocimientos, para que compartan sus experiencias con más de 6.500 alumnos de todas las edades que, por algo más de veinte mil pesetas, se matriculan este año en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, pioneros en España, junto con los de la Menéndez Pelayo, de la actividad universitaria estival.

De los 1.300 ponentes de conferencias, encuentros, cursos y talleres, un millar procede de diferentes puntos del país; el resto ha venido del extranjero. Entre ellos se hallan cuatro premios Nobel, más Harry Griffin, del Roslin Institute de Edimburgo, el hombre que dirigió el equipo que logró consumar, con éxito, la clonación de la afamada ovejita Dolly, o Robert Aymar, eminencia mundial en fusión nuclear.

La tarea de alojar a ponentes y alumnos y la de procurarles las mejores condiciones para que su estadía rinda resultados ha sido, una vez más este verano, un laberinto de ingeniería logística y de relaciones públicas.

Al frente del laborioso equipo de organizadores, luciendo una sonrisa como mejor reclamo para sus miles de invitados, figura un hombre de 71 años, que por su jovialidad aparenta hallarse aún en la cincuentena: Alberto Portera, aragonés de Caspe, doctor en medicina por la Universidad de Zaragoza, posgraduado en las universidades de París y Georgetown y uno de los neurólogos españoles más afamados.

Su perfil enérgico parece una mezcla de los de Francisco de Goya y Jorge Luis Borges; de hablar apasionado y pensar convincente, Alberto Portera es portador de una trayectoria vital emprendedora. El desenlace de la guerra civil dejó sobre su infancia la impronta de una penuria que él, con el tiempo, transformó en acicate para avanzar por la dura senda del conocimiento de la medicina y de la lucha contra el dolor de los demás.

En el Museo del Prado, bajo la contemplación del Cristo de Velázquez, conoció a quien sería su esposa y amiga, Catherine, sobrina-nieta del general y presidente de la República Francesa Charles de Gaulle. Con ella tiene dos hijos.

Alberto Portera nunca se ciñó sólo a su vocación por la medicina. Amigo de los pintores del grupo El Pórtico, Aguayo y Laguardia, y del grupo El Paso, Saura, Feito, Zóbel, Millares..., el neurólogo aragonés desplegó un profundo amor por la pintura que ha visto plasmado en su hijo Manuel, pintor de nombradía. Carlos, su otro hijo, ejerce como neurólogo en la ciudad estadounidense de San Francisco.

Académico de medicina, es también miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aúna, pues, en su persona, la inquietud científica, la sensibilidad artística y la afabilidad de los hombres que han vivido con intensidad y plenitud, requisitos aptos para bien regir la búsqueda del conocimiento propio y el de los demás.Tales credenciales, el neurólogo aragonés las oculta bajo una extraversión cordial que prodiga ante profesores, secretarias, camareros y alumnos. En otoño de 1998, Alberto Portera fue nombrado director de los Cursos de Verano de la Fundación Complutense de El Escorial. "Creo que el secreto del saber reside en no seguir una sola senda, sino en ampliarla de manera transversal a todos los conocimientos que estén a nuestro alcance", dice.

Para dinamizar la edición actual de los Cursos de Verano de la Complutense, financiados por una cincuentena de instituciones patrocinadoras, encabezadas por la Fundación Cajamadrid, Alberto Portera ha introducido este año la figura de las conferencias extraordinarias, que han convocado en San Lorenzo de El Escorial a figuras de primera fila del pensamiento y la creación literaria y artística de todo el mundo. "Es magnífico poder convocar a 36 de los mejores poetas españoles y escuchar su experiencia en estos recintos frescos, abiertos al pensamiento y a la creatividad", señala con un entusiasmo más propio de estudiantón perenne que de académico de renombre.

Flanqueado por colaboradores incansables como el periodista Isaac García del Río, el diplomático Francisco José Mayans o su asesora, Carmen Guzmán, Alberto Portera se deja aconsejar y resuelve con ellos los problemas que los cursos veraniegos siguen y seguirán planteándoles hasta el próximo 27 de agosto, fecha de su clausura.

El esfuerzo de todo el equipo bajo su dirección ha hecho posible este verano perpetuar el saber universitario en Madrid, al amparo del frescor suave de la sierra.

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