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Al menos 5,4 millones de españoles tienen agua del grifo insalubre para los bebés

Un estudio revela que su consumo aumenta el riesgo de contraer ciertas enfermedades

Amaya Iríbar

El agua del grifo de al menos 106 poblaciones españolas no es apta para el consumo de los bebés. La alta concentración de algunos componentes (nitratos o sodio) aumenta el riesgo de diarreas, problemas renales e incluso metahemoglobinemia, una enfermedad que impide el correcto transporte del oxígeno en la sangre, si su consumidor no ha cumplido seis meses, según un estudio sobre datos oficiales de 1998. Según las conclusiones, 5,4 millones de habitantes de diversas zonas no deberían utilizarla para sus bebés. Lo mismo ocurre con seis marcas de agua embotellada.

El estudio ha analizado el agua de 475 poblaciones -entre las que se encuentran Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, que suman 18 millones de habitantes- y de 92 aguas envasadas. Sus autores, el profesor de Salud Pública de la Universidad de Valencia y pediatra del Hospital de Xàtiva, Isidro Vitoria, y Trinidad Arias, del centro de salud Pedro Jofré de Valencia, han llegado a la conclusión de que en 106 localidades el agua es incompatible con más de seis marcas de leche infantil destinadas al consumo de los recién nacidos hasta que cumplen seis meses. De ellas, 29 -las que consumen 1,4 millones de españoles de la zona nordeste de Barcelona, L"Hospitalet de Llobregat (Barcelona) o Elda (Alicante), entre otras- no sirven para preparar un biberón con ninguna de las 21 leches en el mercado estudiadas.La razón está en los niveles de sodio, cloruros y potasio que contienen esas aguas. Las consecuencias, un riesgo mayor de problemas renales y, quizá, hipertensión. Por eso son las aguas de poblaciones costeras las más perjudicadas por estos males, ya que el agua salada del mar puede penetrar en los acuíferos de los que se nutren. El trabajo no sólo analiza la calidad del agua desde el punto de vista de la nutrición infantil. También intenta romper malas costumbres. Por ejemplo, en relación al tiempo que es necesario hervir el agua del biberón. La Asociación Nacional de Pediatría recomienda 10 minutos de cocción, pero los investigadores consideran suficiente un minuto para evitar la presencia de bacterias. Siempre que se viva a nivel del mar.

A ese tiempo habría que añadir otro minuto más por cada 1.000 metros de altitud. Pero en ningún caso debe llegarse a los 10 minutos, ya que ese tiempo puede aumentar la concentración de algunos componentes químicos al evaporarse el agua, asegura Vitoria.

Así ocurre con los nitratos. Su presencia en altas dosis en el agua aumenta el riesgo de metahemoglobinemia, una enfermedad que impide que la circulación correcta del oxígeno por la sangre, provoca dificultades respiratorias y puede resultar mortal. Ninguna de las 92 aguas embotelladas analizadas presenta ese problema. Pero el de 24 poblaciones (409.000 habitantes) estudiadas tienen una concentración superior al límite máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (50 mg/litro). Tres de ellas -Nules (Castellón), Carcaixent y Bétera (Valencia)- duplican ese límite.

La mayoría de esas localidades se encuentran en la Comunidad Valenciana (15, contando las 3 citadas) y Extremadura (seis). Pero el estudio subraya que situaciones similares pueden existir en otras regiones con cultivos agrícolas de regadío, donde se usen abonos nitrogenados para estimular las cosechas.

Vitoria, que lleva analizando el agua para consumo infantil desde 1983, pone el ejemplo de Almería, muchos de cuyos responsables no han aportado la información solicitada por los investigadores. El estudio, realizado con datos del año pasado, pretendía analizar todas las aguas que consumen los españoles, para lo que sus autores se dirigieron, una por una, a todas las autoridades competentes, ayuntamientos, comunidades autónomas y organismos públicos.

La alternativa más fácil a todos estos escollos es usar agua embotellada sin gas, afirma Vitoria, algo que ya hacen muchas madres y padres, y que evita tener que hervir el agua. Pero entre éstas, el propio estudio descarta seis por su alto contenido en flúor, lo que puede provocar fluorosis -pigmentación del esmalte-, y todas las etiquetadas como "agua de manantial" porque sus embotelladores no están obligados a etiquetar la composición, lo que impide asegurarse de sus efectos. Otras siete marcas no son apropiadas para la alimentación del bebé por su alta concentración de sodio.

El estudio, presentado en el último congreso de la Asociación Nacional de Pediatría, en junio en Zaragoza, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Investigación en Nutrición Infantil, que otorga esta asociación y patrocina Nestlé.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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