Los muertos por el Olga se acercan a mil mientras salta la alarma ante un nuevo tifón
Cada día que pasa, las cifras de muertos, evacuados y desaparecidos se multiplican. En China, la principal víctima de las intensas lluvias que ha traído el tifón Olga, las víctimas mortales, ascienden a 725, los afectados a 66 millones y quienes han perdido sus viviendas a 5,5 millones. Todo ello, en las 23 provincias más orientales, al sur de Pekín, en las riberas del río Changjiang (Yangtsé). El número de muertos en todo el este asiático se acerca al millar. En Corea del Sur, con 64 fallecidos, el Gobierno ha decretado el estado de emergencia ante la proximidad del tifón Paul, cuya llegada esperan para hoy.
La urgencia es tal -han muerto un millar de personas en el este de Asia-, que Cruz Roja ha reclamado a la comunidad internacional 5,6 millones de dólares (unos 900 millones de pesetas) para las próximas horas. Aún más escalofriantes son las cantidades de dinero que las autoridades chinas aseguran haber invertido para paliar la catástrofe: 7.200 millones de dólares (1,15 billones de pesetas). Los principales esfuerzos han ido encaminados a construir diques en los márgenes de los ríos, a costaladas de 140.000 policías y miles de soldados y civiles. Y todo para contener las consecuencias de las lluvias: el año pasado causaron 4.100 muertos.Si en China, las autoridades, a pesar de todo, se sienten relativamente satisfechas por cómo están gestionando la situación, en Corea del Sur están más que alarmados: han decretado el estado de emergencia porque temen que el tifón Paul se precipite sobre la península hoy mismo.
Nuevo ciclón tropical
La Agencia Nacional de Meteorología aseguró ayer que el Paul se cernía sobre su territorio a 13 kilómetros por hora."Si el ciclón tropical Paul mantiene su rumbo y velocidad, estará al sur del país a las tres de la tarde ", aseguró un portavoz del organismo.
Mientras en Corea del Sur se intentan preparar para más lluvias, en Filipinas permanecen desolados. La urbanización de Cherry Hills, en el barrio de Antipolo, a las afueras de Manila, se ha convertido en un amasijo de hierros, barro y plástico. La cifra de muertos asciende a un centenar, y las labores de búsqueda de 50 desaparecidos se están revelando infructuosas.
Los equipos de rescate, agónicos, se orientan por tímidos golpes y gemidos. Desorientados, sin guantes que les cubran las manos, se afanan por recuperar algún cuerpo con vida. Los que participan en el rescate, como Litho Madrasta, intentan mantener la esperanza: "A veces ocurren milagros. Sabemos de gente que ha sobrevivido varios días bajo los escombros porque han quedado atrapados en una burbuja de aire".
Investigación oficial
El presidente de la República, José Estrada, anunció ayer que acometerá una investigación para verificar si ha podido existir negligencia en los promotores inmobiliarios al escoger la ubicación de las viviendas y los materiales con los que las levantaron. Y expresó una reflexión en voz alta: "Esto debe ser una lección para todos. Antes de dar permisos [para construir], deberemos comprobar que todos los requisitos están satisfechos". El director de la Oficina de Minas y Geociencias reconoció que los edificios se asentaban en terrenos "geológicamente inestables". La inmobiliaria Philjas Corporation se disculpó por boca de su director general, Hiroshi Ogawa, y declinó tener ninguna responsabilidad en la magnitud de la tragedia: "Me gustaría expresar mi más profunda tristeza a las familias de las víctimas". El presidente de la compañía, Tirso Santillán, después de asegurar que todos sus proyectos cumplían las normas, aseguró que los hechos son "un acto de Dios". Sin embargo, reconoció, ser responsable "moral" y adelantó que entregará ayuda económica, médica y alimentaria a los damnificados, si bien no especificó cuánta.
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