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La apertura de tiendas en domingo causa una gran división en Alemania

Unos grandes almacenes de Berlín desafían la legislación

Pilar Bonet

Abrir o no abrir en domingo. Ésta es la cuestión que escinde a la sociedad alemana y refleja mejor que ninguna otra la tensión que divide al país, y también a su élite política, entre los partidarios de la liberalización de costumbres y de la flexibilización de horarios laborales y los defensores del orden social generado y mantenido en el Estado del bienestar surgido en la posguerra.

La polémica, con largos antecedentes, acaba de entrar en la fase del desafío abierto a la autoridad. Los protagonistas han sido los segundos grandes almacenes de Berlín (Kaufhof, en Alexander Platz, en el antiguo Este), que, arriesgándose a una cuantiosa multa, abrieron cinco horas al público el pasado domingo, con un extraordinario récord de visitantes (50.000) y de ventas (15% más que en una jornada normal de 11 horas). El giro dado a los acontecimientos por Kaufhof es importante, si se considera que el acatamiento de las normas es uno de los principios básicos de Alemania. Los almacenes, que utilizaron como amparo legal una ordenanza que permite vender souvenirs los domingos, tuvieron que marcar todas sus mercancías -desde los fideos a la carne congelada, pasando por los detergentes- como recuerdo de Berlín. El truco no ha convencido a las autoridades regionales, que amenazan con una multa de 4,25 millones de pesetas y que puede llegar a 8,5 millones en caso de reincidencia. El Kaufhof, que no es el pionero de la apertura en domingo, pero sí la empresa más importante que abre ese día, ha anunciado que persistirá. Todo el comercio está pendiente de cómo acabará el desafío. Desde sectores laborales, empresariales y sociales, llegan condenas o apoyos a la apertura del Kaufhof, que ha sido posible gracias al Consejo de Empresa, donde están representados los sindicatos. A escala federal, sin embargo, los sindicatos se oponen a la medida y publican vehementes comunicados de prensa.

Reacciones en cadena

Las aperturas incontroladas de comercios están suscitando reacciones en cadena, que algunos temen imparables. Así, el gerente de los almacenes KaDeWe, principales competidores del Kaufhof, en el oeste de Berlín, ha señalado que el éxito del rival ha cambiado su visión del tema. El Consejo de Empresa del KaDeWe, sin embargo, se niega a debatir el asunto hasta que cambie el marco legal. La ley que regula el cierre de los comercios en Alemania, que entró en vigor en noviembre de 1996, tras un largo tira y afloja de los sindicatos, fue en su día liberalizadora, ya que amplió los restrictivos horarios de cierre hasta las 20.00 en días laborables y las 16.00 en sábado. Pero en domingo, los comercios alemanes están cerrados, con algunas excepciones, como los mercados y ferias (cuatro fiestas al año), las panaderías (tres horas, sólo para vender pan y dulces), las farmacias (según turnos específicos). Sólo los quioscos en estaciones o aeropuertos y las gasolineras pueden vender toda la jornada. La excepción a la que se acogieron los grandes almacenes de Berlín es la de balnearios y lugares turísticos, que pueden abrir los domingos un máximo de ocho horas. Uno de los puntos polémicos es si el centro de la capital puede ser considerado balneario o lugar turístico. En la lucha por prolongar la apertura tienen un papel de abanderadas las regiones del Este (ex RDA), donde la fuerza de los sindicatos y los convenios colectivos sectoriales es más débil que en el Oeste y donde está presente el ejemplo de los países vecinos, que ofrecen a los alemanes la posibilidad de comprar más barato los fines de semana. A la apertura se oponen los sindicatos y las principales iglesias alemanas. El Sindicato Alemán de Empleados (DAG) ha exhortado a los länder y los ayuntamientos a impedirla. La Asociación Central Alemana del Comercio al por Mayor, por su parte, rechazó una regulación sectorial de la apertura. La presidenta del Sindicato de Comercios, Banca y Seguros, Margret Mönig-Raane, ha calificado la medida como una "degradación de costumbres". Un portavoz de la Conferencia Episcopal Alemana manifestó que la Iglesia católica se opone a la apertura no sólo por ser "un día del Señor", sino también "un día de descanso, según las tradiciones culturales occidentales, y una pausa que hace posible mantener el ritmo antropológico entre descanso y trabajo".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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