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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El festival La Mar de Músicas se clausura con un récord de asistencia

Baaba Maal y Daara J cerraron el especial dedicado a Senegal

La quinta edición de La Mar de Músicas ha superado a las cuatro anteriores en número de espectadores: más de 40.000. Conciertos como los de Youssou N"Dour, Ismael Lô, Tambores de Brazza, Waldemar Bastos o Marc Ribot & Cubanos Postizos quedarán en la historia del festival, al igual que las clases de la coreógrafa Germaine Acogny sobre la arena oscura de un antiguo pueblo minero.

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Youssou N"Dour inauguró la quinta edición de La Mar de Músicas, que se ha celebrado en Cartagena del 10 al 31 de julio, y a Baaba Maal le tocó poner fin al monográfico dedicado a la cultura de Senegal por este festival de músicas del mundo. Ambos conciertos y otros cinco fueron retransmitidos en directo por Radio 3. Por fin se pudo disfrutar con uno de los grandes artistas de África. Nunca hasta ahora había podido verse a Baaba Maal en España. Fue un comienzo electrizante para una presentación que, sin embargo, planteó dudas: toda la modernidad apabullante de sus últimos registros en estudio se diluye camino del escenario. Aunque su actuación es irreprochable, podría pedírsele más a este cantante senegalés de voz aguda y melismática, capaz de grabar discos como Nomad Soul y de contar con Chris Blackwell, el mismo que apoyó a Marley y fichó en los años sesenta a un entonces desconocido Stevie Winwood. La parte visual está muy cuidada: lleva a dos niños danzarines que parecen de goma, gira como un derviche, y luce vistosas vestimentas y el sombrero típico de su etnia -que recuerda al de los agricultores chinos-. Inolvidable: su amigo ciego, Mansour Seck, y él se quedan solos. Baaba Maal empuña una guitarra acústica. Y el canto de los dos hombres desgarra la noche. Pura esencia. El recuerdo de su abuela, que se sentaba tras la cena y contaba a los niños historias sobre héroes y reyes; el espíritu de Los viajeros (o sea, Djam Leeli, una de las grabacioness indispensables de la música africana, legado al mundo de Maal y Seck). Su cubanizada African woman contagió a quienes acudieron al parque Torres, una atalaya sobre el mar y principal auditorio del festival, que ha registrado lleno tras lleno: desde los razonables hasta los casi agobiantes. Eso sí, siempre en un ambiente cálido por lo hospitalario de su gente. Además, el Ayuntamiento de Cartagena ha recuperado para la ciudadanía el patio de armas del parque de artillería, un espacio de uso militar que permite conciertos menos masivos: música popular bajo la mirada de los centinelas, dentro de un edificio de piedra del siglo XVIII, con palmeras y olor a jazmín. ¿Hip-hop con bubú? Los muchachos de Daara J. De los viejos casetes y vinilos de música cubana que escuchaban sus padres, les han quedado algunas palabras de castellano a estos tres jóvenes senegaleses, que intercalaron el estribillo de La bamba en uno de sus parlamentos rítmicos en woloff, francés o inglés. Lo lógico hubiera sido terminar la programación con los músicos de Dakar y Podor, pero aún faltaba una última jornada. Sirvió para que Albita saliera de Cartagena sin pena ni gloria. La cubana de Miami se despachó con una faena de compromiso. Tiene voz rotunda, actitud escénica y buena banda; lo que no tiene son suficientes canciones más allá de Qué manera de quererte o Que viva Changó, de su maestra Celina González. Además, hizo lo mínimo exigible en cuanto a minutos de actuación, y adiós. No es ése el camino, ¡Santa Bárbara bendita! La traca final la encendieron los catalanes de Dusminguet. Desde La Garriga a Cartagena. Mediterráneos. Cumbia, reggae, merengue o tex-mex, para una música verbenera, que ellos definen como pachanga con cierto toque de guarrería instrumental, y que asegura bailoteo para todos los públicos. Antes, los fuegos artificiales habían sido el regalo sorpresa para un público que ha respaldado con su presencia masiva todos los actos de esta edición de La Mar de Músicas. Mientras, los organizadores ya andaban barruntando el especial del año que viene. Un rótulo de bengalas desde lo alto del castillo de la Concepción desveló sus intenciones: Brasil 2000.

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