La cumbre de Sarajevo proclama la voluntad internacional de aislar el régimen de Milosevic
La cumbre para un pacto de estabilidad para el sureste de Europa, que se inició ayer en Sarajevo con una reunión de los países de la región, concluye hoy en la capital de Bosnia-Herzegovina con un megaencuentro de 39 Estados y 17 organizaciones internacionales, que aprobarán una declaración final con tres temas centrales: democracia y derechos humanos, desarrollo económico y cooperación y cuestiones de seguridad. El objetivo político palpable: aislar al régimen de Belgrado del presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, y tratar de insuflar nuevas fuerzas a la oposición en Serbia.
El presidente de Finlandia, Martti Ahtisaari, que preside este semestre la Unión Europea y por eso dirige la cumbre de Sarajevo, destacó ayer , en su discurso inaugural, el carácter del lugar elegido: "Sarajevo, donde parece que empezó la torturada historia de este siglo, puede ahora ayudar a lanzar un nuevo siglo de paz, prosperidad y democracia". Cuando hoy lleguen a Sarajevo los mandatarios de los países más desarrollados tendrán ocasión de apreciar el carácter del lugar elegido. A escasos metros del recinto de los Juegos Olímpicos de 1984, donde se celebra la cumbre, se ven las tumbas de un enorme cementerio complementario, porque los que había en la ciudad durante el asedio no dieron abasto para enterrar a tanta víctima de la guerra, hace tan sólo cuatro años.La reunión regional de ayer se ocupó de los tres grupos de trabajo que hoy se debatirán en la cumbre. Rumanía resumirá la discusión sobre democracia y derechos humanos y responderá la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa y el Consejo de Europa. Bulgaria se ocupa del desarrollo económico y cooperación, y responderán el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo en Europa (OCDE). Macedonia expondrá las conclusione sobre seguridad, a las que responderán la ONU y la OTAN, a través de su secretario general, el español Javier Solana.
La Declaración de Sarajevo, que se publicará hoy, estaba ya lista salvo unas frases que se refieren, precisamente, a Yugoslavia.
Se afirma la intención de dar un contenido completo al pacto para promover las reformas políticas y económicas, el desarrollo y el incremento de la seguridad en el sureste de Europa; se expresa el deseo de que todos los países de la región trabajen juntos por este camino, y se habla de dar la bienvenida a Yugoslavia cuando reúna las condiciones para ello. La formulación exacta de este último punto era el fleco pendiente de la Declaración.
Al margen de declaraciones más o menos solemnes, entre bastidores se trata de sacar partido a la cumbre para apretar un poco más el cerco contra Belgrado.
El presidente de EEUU, Bill Clinton, que llega hoy a Sarajevo, dejó claro el mensaje de la cumbre en una carta a Ante Jelavic, el croata presidente de Bosnia-Herzegovina, a quien le corresponde el turno en el sistema de rotación vigente en este país para dar satisfacción a los tres grupos nacionales. Escribe Clinton: "Todos los líderes de la región están invitados a Sarajevo, menos uno, Slobodan Milosevic. Será muy importante que la cumbre ponga de manifesto el aislamiento de Serbia bajo el poder de Milosevic". A continuación, Clinton señala la importancia de dejar abierta la posibilidad de una rápida integración de Serbia cuando Milosevic deje el poder. Clinton invita a Belgrado a convertirse entonces en "eje de la estabilidad en toda la región".
En esta misma línea intervino ayer en la tertulia de la reunión regional Alia Izetbegovic, el miembro bosniomusulmán de la presidencia tripartita de Bosnia-Herzegovina. Izetbegovic lamenta que "el actual régimen de Belgrado sea un obstáculo para que los ciudadanos de Serbia estén representados en esta cumbre". Expresa también Izetbegovic el interés de todos en "rechazar los métodos represivos y en que Serbia respete la voluntad de los pueblos de Montenegro, Kosovo, Voivodina y Sandzak".
La cumbre de Sarajevo, surgida de un acuerdo del Consejo Europeo de Colonia el pasado 10 de junio, justo al final de la guerra contra Yugoslavia, ha lanzado un claro mensaje hacia Serbia, una especie de "con Milosevic, ni agua". Acuden como invitados a Sarajevo el presidente de Montenegro, Milo Djukanovic, enfrentado al presidente de Yugoslavia; Dragoslav Avramovic, en representación de la oposición serbia en las calles; una delegación de la Iglesia ortodoxa serbia, que se ha pronunciado por la dimisión de Milosevic, y el primer ministro de la República Srpska de los serbios de Bosnia, Milorad Dodik, cuya cabeza han exigido los fieles a Belgrado en la entidad serbia de Bosnia-Herzegovina.
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