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El arte sonoro reúne a 13 creadores vanguardistas en el centro Koldo Mitxelena

Las esculturas e instalaciones sonoras que se exponen en el centro cultural Koldo Mitxelena, en San Sebastián, transgreden las normas artísticas convencionales. Trece innovadores artistas, que trabajan a salto entre la música y la plástica, muestran un conjunto variado de creaciones y perfomances tecnificadas con la ayuda de la electrónica. Es la primera vez que una exposición reúne en España a un grupo tan selecto de artistas de esta disciplina.

Un total de 40 aspiradores ocupan una de las salas expositivas. El alemán Wolf Vostell, que da nombre al Museo de Malpartida (Cáceres), ha logrado que estos aparatos domésticos produzcan un sonido que recuerda al de una orquesta. En otra estancia, el valenciano José Antonio Ortz ha conectado unos sensores fotosensibles a unos tubos metálicos que emiten acordes de Re menor y Fa mayor al paso del espectador. La instalación El árbol pájaro, de la alemana Christina Kubisch, consiste en un gran panel con cables conductores en forma de árbol por los que circulan sonidos que sólo pueden ser escuchados por el visitante con ayuda de unos auriculares electromagnéticos, de forma que al moverse por el recinto intercepta diversos cantos y sonidos del campo. El espacio del sonido / El tiempo de la mirada ha sido producida por el Koldo Mitxelena y estará abierta hasta el 30 de septiembre. El comisario de la muestra, José Iges, afirma que los objetos y las esculturas son un vehículo para "propagar el sonido" y, en todos los casos, obligan al espectador a participar activamente. El arte intermedia, término con el que se denomina esta corriente, se remonta a los trabajos sonoros que realizaron a comienzos de este siglo los artistas futuristas y dadaístas, y que en la década de los años 50 perfeccionó el grupo Fluxus con la ayuda de la electrónica. Los mejores exponentes del arte sonoro, entre los que figuran Robert Adrian, Lugan, Peter Vogel, Rolf Julius, Joe Jones, Qin Yufen y la donostiarra Esther Ferrer entre otros, exponen juntos en San Sebastián por primera vez en España, según José Iges. La muestra tiene el atractivo de ser "original y extraña a la vez", puesto que las creaciones "funcionan como esculturas que excitan tanto el sentido de la vista como el del oído". No existe un planteamiento estético unitario porque los organizadores han pretendido exhibir "toda la variedad de tendencias existentes" en el arte sonoro. La exposición se ha dividido en tres secciones para separar la parte documental, con discos compactos y catálogos, de las esculturas sonoras y de las instalaciones sonoras y visuales.

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