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Chávez pide la renuncia voluntaria del Congreso y del Supremo para evitar un enfrentamiento

Javier Moreno

Conscientes de su poder absoluto tras barrer en las elecciones a la Asamblea Constituyente del domingo pasado, el presidente Hugo Chávez y sus seguidores pidieron ayer al Congreso y a la Corte Suprema que se disuelvan por las buenas y eviten el espectáculo internacional que supondría para Venezuela hacerlo a la temeraria y que las fuerzas del orden sacasen a rastras a diputados y magistrados de sus despachos, según la oposición.

"El poder judicial es tan corrupto, que mejor no tener ninguno", sentenció, asambleario, el dirigente comunista Pedro Ortega, constituyente electo y aliado de Chávez.El Congreso, último reducto de los partidos tradicionales, socialdemócratas y democristianos, barridos ambos de la política nacional en las elecciones del domingo, debe autodisolverse para pagar por la ruina inflingida al país, según los partidarios de Chávez, que el lunes discurrieron esta alternativa tras acudir a entrevistarse con el mandatario en el palacio presidencial de Miraflores. Fuentes de la oposición confirmaron que, a cambio de que los diputados acepten irse a su casa, el Polo Patriótico de Chávez ofreció respetar la existencia de una Comisión Delegada del Congreso, que mantendría la representación del poder Legislativo mientras se elabora la nueva Constitución, pero las negociaciones se anticipaban espinosas en medio del clima político tumultuoso que se vive estos días en Caracas.

Aún más enrevesado se presentaba el panorama en la Corte Suprema, cuyos integrantes se mantienen en estado de alerta ante la posibilidad de ser renovados "por decapitación", en palabras de uno de ellos. La presidenta del máximo tribunal, Cecilia Sosa, insistió en que "los constituyentes no están por encima de la ley" y deben respetar la Constitución vigente hasta que se apruebe en referendo la próxima. Estas declaraciones la convierten en reo de desacato para la mayoría chavista elegida el domingo -120 de 131 escaños en la Asamblea Constituyente-, que pretende arrogarse el derecho a elegir a los nuevos miembros de la Corte.

Para acabar de complicar las cosas, y según el calendario legislativo fijado de antemano, el Congreso debía elegir ayer a nuevos miembros de la Corte Suprema. Los partidarios de Chávez advirtieron que, de proceder los partidos tradicionales, que aún cuentan con mayoría en el Legislativo, sin tener en cuenta la nueva situación del país, no harían más que acelerar su probable muerte política. "Yo les invitaría a que no se suiciden", recomendó piadoso Luis Alfonso Dávila, presidente del Congreso y partidario de Chávez. "Eso iría en contra de la doctrina cristiana".

Quien sí se suicidó políticamente fue la cúpula del partido democristiano Copei, al dimitir en penitencia por su fracaso en las elecciones a la Asamblea Constituyente, que supusieron el golpe definitivo al viejo sistema político venezolano. Tras dos días de silencio, el secretario general de los democristianos, Donald Ramírez, compareció ante la prensa para dar cuenta del desastre electoral y ofreció su cabeza en aras de la renovación y del futuro del partido, que de todas formas se presenta incierto. "Más vale tarde que nunca", dijo Ramírez para explicar la tardanza en dimitir, tras cuatro derrotas en las urnas en los últimos meses, cada una de ellas peor que la anterior.

Dimisión en masa

Los socialdemócratas de Acción Democrática, los otros culpables de la catástrofe nacional, según la coalición de izquierdistas, sindicalistas y militares que apoya a Chávez, se reunieron ayer para analizar sus responsabilidades y también se esperaba una renuncia en masa de sus máximos dirigentes. Mientras, por todo el país, los nuevos legisladores han comenzado a recibir sus actas de proclamación. Todavía sin constituirse la Asamblea Constituyente, lo que se espera para esta semana, las sugerencias de muchos de sus miembros le están imprimiendo el carácter de convención revolucionaria que desea Chávez, pues ya propusieron disolver también la fiscalía general del Estado, así como la sustitución de los parlamentos regionales por asambleas populares, cuyas características, formación y atribuciones nadie explica.La dinámica que está tomando la situación preocupa a los sectores más moderados del régimen, encabezados por el ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, que envió un nuevo mensaje tranquilizador a la comunidad internacional. Rangel declaró que en Venezuela no habrá "ni gorilismo ni autoritarismo" tras el aplastante triunfo electoral de Chávez, que ayer cumplió 45 años, y que hace siete encabezó un fallido golpe de Estado en nombre de los más desheredados de este país, tercer exportador mundial de petróleo.

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