Una reforma contra la originalidad

El autor del Palacio de Congresos y Exposiciones, Pablo Pintado y Riba, recuerda que el proyecto planteado por el Ministerio de Economía y Hacienda supone la eliminación de su característica principal. Un rasgo original que consiste en la posibilidad de que los dos auditorios, el A y el B (éste desaparece con la reforma) puedan comunicarse. El escenario se encuentra en el centro de las dos salas de conferencias y un panel desmontable los divide. Si se superan las 2.000 personas (aforo del auditorio más grande, el A) se puede utilizar el B (con capacidad para 1.000 espectadores). Los conferenciantes se sitúan en el centro y se les ve desde ambos lados. Esta característica fue la que permitió ganar a Pintado y Riba el concurso nacional al que se presentaron los 16 arquitectos más representivos de la época: Fernández Alba (segundo premio), Corrales y Molezún (tercer puesto) o Higueras, entre otros.El proyecto de Pintado y Riba, de planta rectangular y caracterizado por su gran corrección en la distribución de espacios y en la funcionalidad, daba cumplimiento a una necesidad que ya fue recogida por el alcalde Alberto Alcocer en el Plan General de Ordenación, Reconstrucción y Extensión de Madrid de 1939. La capital necesitaba un palacio de congresos, "un edificio entre suntuoso e industrial", para albergar exposiciones nacionales e internacionales. Se levantaría en la prolongación del paseo de la Castellana con un presupuesto de 12 millones de pesetas.

Hubo que esperar hasta 1964 para que el proyecto saliera adelante.