Increíble sugerencia
En EL PAÍS del pasado día 3, Soledad Puértolas publicó un artículo (El paso del tiempo) que me ha interesado mucho y con el que estoy completamente de acuerdo, sobre todo en lo que se refiere a su oposición a la idea de sustituir ciertas estatuas del exterior de la catedral de Burgos por otras de plástico, dejando las originales para un museo. "¿Por qué no se construye una gigantesca jaula de metacrilato (...) y se encierra en ella a la catedral entera y se la salva del todo del proceso amenazante de disolución?", se pregunta con justa ironía.Pues bien, quiero comunicar o recordar a la señora Puértolas y a los interesados en este tema que ese proyecto que hoy parece de ciencia-ficción, sólo planteado como un absurdo, tuvo su equivalente con respecto al monasterio de La Rábida, que había sido restaurado con motivo de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América. El 8 de agosto de 1892, La Ilustración Española y Americana, de Madrid incluía una crónica de José Fernández Bremón en la que éste se refería, apoyándola, a una propuesta hecha por Bernardo Rico de "cerrar con una gran armadura metálica y de cristal el monumento, de modo que no quite la vista y nadie se acerque a destruirle y profanarle; la puerta de esa armadura protectora quedaría cerrada, no pudiendo abrirse sino cada siglo para celebrar el centenario del descubrimiento de América. De no hacerse así, aquel recinto dos veces sagrado (...) perecerá ante dos terribles enemigos: la intemperie y la devoción de los que acuden a llevarse fragmentos, desmoronando insensiblemente las paredes".
Por supuesto, nos felicitamos de que esa increíble sugerencia no se llevara a cabo, y, por lo que respecta a la maravillosa catedral burgalesa, le deseamos que, racionalmente protegida, incluidas sus estatuas de piedra, cumpla su destino. Neruda consideraba que la piedra era un símbolo de lo eterno. No encubramos ese glorioso engaño con el uso inadecuado de una materia que es, ciertamente, una conquista técnica de nuestra época, pero tiene otros fines muv distintos a sustituir obras de arte prestigiadas por su belleza inicial y por otro gran escultor: el tiempo.- . .
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