Retoños en peligro

La jara de Cartagena ha tenido un retoño in vitro. Su reproducción a través de la plantación de semillas, de forma natural, no fue posible, por lo que ha sido necesaria su reproducción asistida. La jara de Cartagena es una de las 15 especies vegetales de la Comunidad Valenciana que están en peligro de desaparición. De ellas, cinco figuran en el Catálogo Nacional de Especies Protegidas. Pero el caso de esta jara es especial puesto que sólo se ha encontrado en la ciudad que le da nombre (donde un incendio arrasó los únicos nueve ejemplares existentes) y en La Pobla de Vallbona. Actualmente, según el jefe de servicio de Protección de Especies de la Consejería de Medio Ambiente, Emilio Laguna, sólo existe un ejemplar vivo de esta variedad, la de La Pobla. Laguna se guarda de explicar las diferencias entre esta jara y otras, para evitar su destrucción. Entre las otras cuatro especies que figuran en el catálogo nacional se encuentran la alfalfa arbórea de Columbretes y la saladilla de Peñíscola. La primera se ha detectado en las islas castellonenses y en la balear de Cabrera. Las alrededor de 200 plantas que existen en España conforman la mitad de la población mundial de esta especie. La segunda crece en los acantilados de la Serra d"Irta y se ha procurado el crecimiento de una población de seguridad junto a la ya existente. Entre las especies conocidas popularmente existen dos, el tejo y el acebo que se hallan en el listado de material protegido en la Comunidad Valenciana. Emilio Laguna participó ayer en un curso de verano sobre la montaña mediterránea, organizado por la Universidad Jaume I en colaboración con la Fundació Caixa Castelló. Durante el mismo advirtió que además de estas 15 especies existen otras, hasta 200, que también están amenazadas y que requieren técnicas específicas de protección. Las medidas con las que trabaja la consejería para el logro de este fin son, fundamentalmente, dos: la creación de espacios protegidos y los bancos de semillas. Laguna aseguró que la Comunidad Valenciana es la más avanzada del Estado español en materia de conservación de la flora y que esto ha sido posible gracias a la financiación del Programa Life de la UE. Los bancos de semillas funcionan, en términos generales, de dos formas distintas, según la especie sobre la que se trabaje. Para las variedades forestales, básicas en el ecosistema valenciano, el método consiste en la recogida de grandes cantidades de semillas, que tienen un plazo de duración aproximado de cuatro o cinco años. Las semillas se limpian, se desecan y se guardan, en la mayor parte de los casos, a una temperatura de cero grados. Sin embargo, las especies más amenazadas exigen un sistema de máxima conservación. Así la Consejería tiene un convenio con el Jardín Botánico de Valencia para que el banco de semillas de variedades en peligro de desaparición sea lo más seguro posible. Éstas, al igual que las anteriores, se desecan pero, posteriormente, se guardan en botes herméticamente cerrados con silicagel, con una humedad máxima del 5% y a una temperatura de 25 grados bajo cero. De esta manera cualquier cambio en las semillas es detectado inmediatamente. Con este método duran "toda la vida" según palabras del propio Emilio Laguna. Las microrreservas ocupan un lugar no menos importante en la protección de la vegetación autóctona. En ellas se percibe el establecimiento de un espacio en el que garantizar el estudio de la flora, su seguimiento e investigación. En la Comunidad Valenciana existen 160 zonas señaladas para este fin de las que alrededor de 70 ya han sido declaradas oficialmente como tales, mientras que el resto lo será en los próximos meses. De todas ellas, cerca de una veintena son espacios de propiedad privada que han sido aportados de forma voluntaria por sus dueños. Y por si fuera poco, estas especies se ven ahora afectadas por la sequía, que provoca la disminución generalizada de la germinación de las plantas y por lo tanto de la producción de sus semillas.