La copla jonda

De nuevo Carlos Cano y la copla, ese género en que él es maestro indiscutible. Su último disco lo dedica a recuperar unas cuantas obritas maestras de inexcusable memoria, que participaron en el repertorio de este concierto junto a otros títulos de creación personal.Por supuesto que hablar de lo personal en la música de Cano es pecar en cierto modo de redundancia, pues está claro que toda su obra se distingue por un exacerbado personalismo. Toda, incluso la que extrae de la memoria popular, hacia la que evidentemente él siente una especial veneración, y así lo refleja en sus palabras y en sus canciones. Pero esa memoria popular es otra cuando ha pasado el filtro de la revisión de Cano y se ha ganado legítimamente el derecho a ser considerada creación original.

Sin duda alguna, el cantante, que demostró encontrarse espléndido de voz, ha alcanzado ese estado de plenitud creadora que sólo a algunos privilegiados es dado sentir, y que se hace patente en el talento perceptible en todo cuanto hace. Y el público se da cuenta de estas cosas y las agradece. Hubo una gran comunicación y al final toda la audiencia ovacionó en pie y con entusiasmo, exigiendo más de una propina, que Cano concedió.