Los italianos Prodi y Monti intentan acaparar más poder en la Comisión
La nueva Comisión Europea de Romano Prodi inició anoche su primera reunión informal -no entrará en funciones hasta septiembre- bajo el pulso lanzado por sus dos miembros italianos a otros comisarios para acaparar más competencias. El presidente se propone ostentar la cabeza del subgrupo de cuatro comisarios responsables de Relaciones Exteriores, en detrimento del británico Chris Patten. Y el futuro responsable de Competencia, Mario Monti, reclama responsabilidades atribuidas hasta ahora a otras carteras, como la de Loyola de Palacio. Patten y De Palacio se resisten como gatos panza arriba.
Con habilidad vaticana, Romano Prodi ha logrado algo insólito en la historia de la Comisión: que el segundo comisario, originario del mismo país que el presidente -en este caso, Mario Monti-, se alzase con la principal y más poderosa cartera de políticas internas, la de Competencia, tradicionalmente atribuida a un comisario de un país pequeño y que hoy ostenta el belga Karel van Miert.Pero Monti no tiene bastante. Ha reclamado el poder de dictaminar también sobre todas las ayudas de Estado, que hasta ahora recaían, por su importancia sectorial, en el ámbito de las carteras de Energía, Transporte, Agricultura, Pesca o Telecomunicaciones. "Me opongo a esta posición", respondió públicamente ayer Loyola de Palacio, comisaria designada para Energía y Transporte. "Tanto el sector energético como el de transportes tienen características específicas que justifican seguir residenciando las ayudas de Estado sectoriales", argumentó, refiriéndose al caso del carbón y a la "componente de servicio público" que exhiben los transportes. "Por razones de pura eficacia, espero conseguir que se queden donde están", concluyó.
Esta argumentación le pareció "perfectamente defendible" a su colega Pedro Solbes, aunque consideró que tanto el esquema sectorial como el horizontal pueden ser eficaces. La decisión tiene que ver más con la política, opinó, recordando que corresponderá finalmente al presidente.
Éste, Romano Prodi, también pretendía ampliar sus poderes en la reunión iniciada anoche, y que concluirá hoy, al postularse como cabeza del subgrupo de comisarios de relaciones internacionales (Chris Patten, Relaciones Exteriores; Pascal Lamy, Comercio; Günter Verheugen, Ampliación; Poul Nielson, Desarrollo y Ayuda Humanitaria), algo que podría entrar en fricción con la promesa hecha a Patten de que sería él quien las coordinase. "Patten se resistirá", auguró uno de sus próximos. Prodi sometió también a sus colegas un amplio borrador con propuestas programáticas y organizativas. El más destacable se refiere a la cúpula administrativa de la Comisión. El professore sostiene que los directores generales -primer nivel funcionarial- deben someterse a rotación para evitar que determinadas competencias sean eternamente ostentadas por originarios de determinados países. También, con objeto de evitar la entrega de esas "banderas" a un Estado y las fortísimas presiones de los Gobiernos por colocar a sus paisanos en los altos cargos, propugna que para su reclutamiento y examen de méritos se recurra, al menos parcialmente, a "asesores externos", como compañías privadas auditoras o dedicadas a la caza de cerebros.
Romano Prodi pretende presidencializar al máximo su mandato, no sólo aplicando los nuevos poderes que el Tratado de Amsterdam otorga al presidente, sino también por la vía de los hechos. Así, diseminará a los comisarios por las sedes de las direcciones generales; marcará él mismo la agenda del Ejecutivo, en vez de construirla sobre el consenso, y se propone convertir a la oficina del portavoz en un mecanismo muy político al servicio de la presidencia: miembros de su equipo ya han adelantado que será ese servicio, y no los comisarios individuales, el que conceda entrevistas, y ha decretado la exclusión contra los antiguos portavoces, a los que pretende impedir su continuidad en el departamento.
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