_
_
_
_
LA NUEVA IZQUIERDA EUROPEA

Latín, sí; alemán, no

Javier Moreno

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Medio divertida medio preocupada, Europa trata de contemporizar estos días con los nuevos aires imperiales de Alemania en Bruselas. Todo empezó cuando, hace una semana, el Gobierno de Gerhard Schröder decidió no acudir a una serie de reuniones informales de la Unión Europea, agraviado porque la presidencia finlandesa despojó al idioma alemán del estatuto de lengua de trabajo. El gesto ha sentado mal, pero los finlandeses tratan de tomárselo con humor. "Es una posición estúpida, pero es asunto suyo", aseguran fuentes de la presidencia finlandesa, que cuentan con que la política de silla vacía continuará algunas reuniones más. "En cualquier caso, a tenor de las críticas de la prensa alemana, les ha salido el tiro por la culata".

Más información
El sector más duro de Los Verdes pone en peligro la coalición de gobierno alemana

Impertérrita ante el desaire germano, la presidencia finlandesa, que arrancó el 1 de julio y durará hasta finales de año, se permitió la chanza de colocar en su página en Internet algunos documentos de trabajo traducidos al latín, en los que no falta una pulla a Schröder.

"No asistimos a un intento de dominio alemán", explicaba en primera página el viernes el prestigioso semanario Die Zeit. "El peligro que acecha es la ignorancia y el mirarse el ombligo".

El otro ademán de arrogancia para con Europa, según los conservadores de la CDU,lo consumó Schröder al imponer al presidente del Ejecutivo europeo, Romano Prodi, dos comisarios de la coalición, el socialdemócrata Günter Verheugen y la verde Michaela Schreyer.

Doloridos los democristianos por no contar con un comisario, especialmente porque Helmut Kohl siempre nombró a un comisario socialdemócrata, reconocen, sin embargo, que no alentarán al desacato en el Parlamento Europeo, entre otras cosas, porque el presidente español, José María Aznar, no desea que el nuevo Ejecutivo europeo arranque debilitado. Y a la CDU le importa ahora mismo más mantener buenas relaciones con Aznar que organizarle un follón a Prodi en Estrasburgo, según las fuentes del partido de Kohl en Bonn. "Ha sido un gesto feo , pero ahora prima la relación con Aznar", aseguran.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_