Prodi entrega las principales carteras de la nueva Comisión Europea a los grandes países
Los comisarios de los cuatro grandes países de la Unión Europea -Alemania, Reino Unido, Francia e Italia- se alzan con las principales carteras en la próxima Comisión Europea, según el reparto anunciado ayer por su presidente designado, Romano Prodi. España sale muy bien librada, prácticamente incorporada al grupo de los grandes. Pedro Solbes, al frente de Economía y Finanzas, pilotará la entrada en vigor del euro. Prodi aseguró que sus prioridades son la reforma interna y las relaciones con el Parlamento Europeo, asuntos que encomienda a sus dos vicepresidentes, el británico Neil Kinnock y la española Loyola de Palacio. Advirtió que él mismo ejercerá de jefe del Gobierno europeo, sobre todo en política económica y exterior.
El professore encajó todos los nombres propuestos por los Gobiernos -podía haber vetado alguno, según los poderes que le otorga el Tratado de Amsterdam- y pactó las competencias de cada uno, tanto con los primeros ministros como con los futuros comisarios, en reuniones y por teléfono. "He trabajado mucho", dijo ayer, subrayando que ha alumbrado su equipo con antelación al calendario previsto. Ensartar el difícil rompecabezas fue tarea de orfebre. Se mostró ufano del resultado: "Este Gobierno no es inferior, sino incluso superior a cualquier Gobierno nacional" en cuanto a sus componentes.
El próximo presidente aseguró que su principal criterio en la atribución de cargos había sido la cualificación profesional y la adecuación del perfil personal al puesto, "no la mera conjunción de intereses nacionales, sino la idea de crear un verdadero Gobierno". Sin embargo, la distribución de las principales carteras está enormemente condicionada por los intereses nacionales directos de los cuatro grandes países, que se llevan la parte del león, aunque sin humillar al resto.
En efecto, los alemanes obtienen sus dos prioridades: la responsabilidad de la ampliación al Este -su obsesión geoestratégica-, para Günter Verheugen, y el control presupuestario, para Michaele Schreyer. Pese a su tradición proteccionista, los franceses obtienen Comercio (Pascal Lamy), una responsabilidad decisiva ante la preparación de la ronda del milenio de liberalización comercial y otra cartera que maneja mucho dinero -más de un tercio del presupuesto-, Política Regional y Fondos Estructurales (Michel Barnier). Los británicos, las Relaciones Exteriores (Chris Patten), además de una vicepresidencia (Neil Kinnock). Y los italianos se alzan con la más poderosa e influyente de las políticas internas, la política de Competencia (Mario Monti). Prodi ha apostado fuerte por sus paisanos -con la ventaja de que Monti tiene prestigio-, rompiendo la tradición de que el segundo comisario originario del país del presidente debía ostentar una cartera débil.
Los españoles logran carteras relevantes. La popular Loyola de Palacio obtiene Transportes y Energía (que ya ejerció el entonces segundo comisario español, Abel Matutes) y las relaciones con el Parlamento (que ejerce el actual segundo, Marcelino Oreja), pero que cobra una importancia política decisiva para intentar poner fin a las malas relaciones heredadas de la Comisión con el Parlamento Europeo. Ejercerá, además, una de las dos vicepresidencias. Al próximo segundo, el socialista Pedro Solbes, le tocan los Asuntos Económicos y Monetarios, una de las carteras de más peso, especialmente porque dirigirá la etapa de la entrada en vigor del euro, el gran logro de la construcción europea. A ambos, sus carteras deben proporcianarles mucha influencia política.
Las dos vicepresidencias son más institucionales que de envergadura económica: reforma interna y relaciones con el Parlamento. Prodi justificó esa opción porque ésas son "las dos prioridades políticas" de su etapa; es decir, recuperar el terreno perdido por la institución durante la crisis del colegio de Jacques Santer, su antecesor. Pero tras ello palpita una determinación presidencialista, la de mandar en los verdaderos asuntos de fondo: "Me involucraré tanto en política económica como en política exterior", aseguró Romano Prodi.
Junto a este propósito, ofreció otros signos de su ambición, con permiso de los Gobiernos. Exigirá renuncias si hay síntomas de mala gestión o fraude: "Tengo el compromiso verbal de todos" . Y usará sus poderes: "Todos los comisarios deberán representar al conjunto de Europa y no a su Estado miembro". E hizo una advertencia por si se produjera el caso contrario: "Intervendré, cambiándoles las responsabilidades".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.