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Tony Blair adopta el 'modelo Barcelona'

Los arquitectos británicos premian el urbanismo barcelonés base del proyecto de Richard Rogers

Por primera vez el premio del Real Instituto de Arquitectos Británicos no ha recaído en un profesional, sino en i ciudad, Barcelona. ¿Qué cosas tan maravillosas y únicas se han hecho en esta ciudad para merecer tan alta distinción? El fallo citaba cuatro méritos concretos: la cultura del diseño, la integración de los edificios con el entorno preexistente, la buena coordinación técnica en el trabajo y la combinación de una vocación internacional con la autóctona en la elección de los arquitectos que han recibido encargos de obras. Como realizaciones específicas se citaban el Estadio y la Villa olímpicos, el museo de Arte Contemporáneo, el edificio de oficinas World Trade Center y la reconstrucción del Liceo, sin olvidar las pequeñas intervenciones en plazas, interiores de manzana y reconversión de espacios industriales.

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Al acto de entrega de la medalla asistió el padre espiritual de la nueva Barcelona, Oriol Bohígas. A sus 73 años, sin perder un ápice de su fama de polemista, Bohígas argumentó los logros y contradicciones del modelo Barcelona. Entre estas últimas citó los peligros siempre acechantes de las privatizaciones y el excesivo peso de un urbanismo ceñido al ordenancismo de los planes generales. El arquitecto terminó su discurso con una reivindicación de la arquitectura como única herramienta para dar solución a las identidades multiformes que conforman la ciudad.

El estudio Rogers

Pero el premio significa también la adopción de Barcelona como referente urbanístico por parte del nuevo laborismo de Tony Blair. El Gobierno británico en cargó al arquitecto lord Richard Rogers un estudio, presentado esta semana, de clara inspiración barcelonesa. El estudio sirve de base para el Urban Task Force, un plan urbanístico global que se debatirá en el parlamento dentro de un año y con el que se pretende revitalizar 10 ciudades, entre ellas Birmingham, Manchester y Cambridge Todo ello en la perspectiva de las elecciones del 2000 para escoger al alcalde de Londres y propiciar el restablecimiento del Great London Council, el Gobierno metropolitano suprimido por Margaret Thatcher y cuyo retorno hoy auspician destacados miembros conservadores.

El informe de Rogers, que ha sido elaborado tras múltiples consultas a arquitectos catalanes y que Prescott presentó la semana pasada al alcalde Joan Clos, plan tea la necesidad perentoria de mejorar la calidad de vida en las ciudades, especialmente las del centro y el norte de Inglaterra. Para conseguirlo propone un sistema de holdings mixtos en el que se coordinen las administraciones y promotores privados, según el patrón que tan buenos resultados dio en la construcción

de los equipamientos olímpicos barceloneses.

El estudio también afronta la exigencia de crear viviendas en zonas urbanas abandonadas por la actividad industrial (se calcula qué en ese estado hay 1,3 millones de edificios). El Gobierno laborista está ya ejecutando un proyecto que entre 1996 y el 2001 debe promover la construcción de 3,8 millones de nuevas habitaciones, el 60% de las cuales habrá de ubicarse en esas antiguas zonas fabriles. La apertura al mar de Barcelona y la reciente prosecución de la Diagonal hasta la desembocadura del Besòs pueden servir muy bien de directrices inspiradoras en este punto.

El problema de la desertización de los centros urbanos y, en general, la pérdida de población de las ciudades, problema que Barcelona tampoco tiene resuelto, es Otro objetivo del Urban Task Force.

La propuesta de Rogers no olvida el pequeño urbanismo de intervención rápida para mejorar de forma inmediata las condiciones de vida de los ciudadanos: la zurcidora se llamó en Barcelona a esa modalidad, cuando los socialistas accedieron a la alcaldía en 1979 y se encontraron con las arcas vacías, por lo que no quedó otro remedio que ponerse a parchear, como buenamente se pudo, antiguos descosidos urbanos (fue la famosa eclosión de las plazas duras, tan hábilmente publicitadas por Bohígas para esconder la falta de me dios económicos). Naturalmente, no faltan en el informe de Rogers reflexiones también muy barcelonesas, de "esponjamientos" de barrios —aperturas de espacios públicos en zonas urbanas densas y en vías de marginalización—, peatonalizaciones..., proyectos siempre guiados por la idea de la ciudad sostenible, armonizada con el en torno metropolitano y preparada para absorber al máximo el volumen de residuos que genera. No cabe duda, pues, de que los laboristas están construyendo un manifiesto urbanístico inspirado en el socialismo catalán de los últimos 20añós..

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