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EL CAMINO HACIA LA PAZ

Pulso entre las fuerzas de la Kfor y los guerrilleros del ELK por el control de los archivos públicos de Kosovo

Miguel González

Desde hace dos días, numerosos comercios de Pec tienen pegado en la puerta un pasquín en el que puede leerse en albanés: "Propiedad del Estado". Pero ¿de qué Estado? Es obvio que no se trata del Estado yugoslavo, el único reconocido internacionalmente, cuyas estructuras desaparecieron con la retirada del Ejército federal. Los pasquines están firmados por "el prefecto". No figura su nombre, pero todo el mundo sabe que se trata de Hasan Meta, designado para el puesto por la guerrilla del ELK. Cuando hace unos días se presentó con sus credenciales ante los mandos de la brigada italo-española, fue despedido con buenas palabras: la OTAN no acepta más autoridad civil en Kosovo que la designada por Naciones Unidas. Pero las autoridades civiles de la ONU no han llegado y no se sabe cuándo vendrán. Y el ELK aprovecha este vacío de poder para intentar ganar posiciones. Ayer por la mañana, los soldados italianos tuvieron que salir precipitadamente de su cuartel general para sacar a un grupo de personas que se habían colado en el edificio del registro municipal, situado justo enfrente. Entre los intrusos se encontraba el responsable local de la guerrilla, Ethan Ceku.

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Tras los primeros forcejeos, la discusión se trasladó a un despacho, donde Ceku estuvo reunido durante varias horas con el segundo jefe de la brigada, el coronel español Vicente Diaz de Villegas. Finalmente se llegó a un pacto salomónico: los milicianos albanokosovares podrían entrar en el inmueble, pero no tocar los archivos, que quedaron bajo custodia de las tropas de la OTAN, para entregarlos en su día al administrador internacional.

A pesar de las buenas palabras de sus comandantes, los incidentes con el ELK son cotidianos. Los mandos aliados los justifican alegando que la guerrilla no puede controlar a todos sus miembros. Seguramente es cierto: ni siquiera es capaz de ofrecer datos oficiales sobre cuántos son. Aunque desde el pasado lunes está prohibido vestir uniforme, en muchos pueblos son raros quienes no los llevan. Kfor hace la vista gorda. Tal vez no tengan otra cosa que ponerse.

Durante la madrugada de ayer, los guardias civiles detuvieron cerca de Rakos, donde está uno de los destacamentos españoles, a siete guerrilleros que llevaban dos Kaláshnikov, munición y aparatos de transmisiones ocultos en un tractor. La confidencia que les alertó sobre su presencia en la zona resultó cierta. En cambio, los cinco civiles detenidos en Sinaje, a unos tres kilómetros de Istok, sede del batallón de la Legión, tuvieron que ser puestos en libertad. No había pruebas de que fueran ellos quienes habían prendido fuego a las casas incendiadas en los alrededores.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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