20 muertos al caer un teleférico desde una altura de 80 metros en los Alpes franceses
La cabina del teleférico que comunica la población de Saint-Étienne-en-Dévoluy con la cumbre del Pic de Bure (2.700 metros), en los Alpes franceses, se desprendió a las 7.15 de ayer, llevando a la muerte a las 20 personas que viajaban en su interior. Los fallecidos son técnicos del observatorio astronómico de Pic de Bure, empleados de limpieza y trabajadores de la telefónica francesa France Télécom. Todos ellos se dirigían a las instalaciones del observatorio para cumplir con su jornada de trabajo cuando la cabina se precipitó al vacío desde una altura superior a los 80 metros.
Su muerte fue instantánea, según el testimonio de los equipos de rescate que acudieron con celeridad al lugar del impacto, en la ladera del Pic de Bure. "No había nada que hacer", comentaron, posteriormente, con rostro desencajado, impresionados todavía por el estado en que encontraron los cuerpos. El accidente, el más grave en los remontes mecánicos ocurridos en Francia, se suma a los acaecidos a lo largo de este año, tan pródigo en tragedias -avalanchas de nieve, incendio del túnel del Mont Blanc-, y ha desatado inevitablemente la polémica sobre la eficacia de los controles de seguridad, teóricamente muy exigentes, a que se somete a este tipo de instalaciones.
Según fuentes sindicales, el teleférico de Saint-Étienne pasó hace sólo un año una de las revisiones exhaustivas que, de acuerdo con la reglamentación al uso, deben realizarse cada 15 años. Ese examen concienzudo, que implica la sustitución de todas las piezas con señales de desgaste, no tuvo en cuenta, por lo visto, el deterioro del cable que engancha la cabina con el tren.
Uno de cada 2,7 millones
El riesgo de accidentes en los remontes mecánicos franceses es de 1 entre 2,7 millones, de acuerdo con los datos facilitados ayer por el sindicato de teleféricos de Francia, que contabiliza 140 telecabinas, 2.956 telesquís, 838 telesillas, 63 teleféricos, 20 funiculares, 10 ascensores y 4 trenes de cremallera. Los 20 viajeros cayeron al abismo en el tramo comprendido entre el segundo y el tercer pilón, a medio kilómetro del punto de partida, en la primera fase de un trayecto que se cubre en 20 minutos y que permite salvar los 1.200 metros de altitud que separan Saint-Étienne-en-Dévoluy del Pic de Bure. Mientras las familias lloraban a sus víctimas, todas ellas francesas, en la capilla ardiente habilitada en la cripta de la iglesia del pequeño municipio de Saint-Étienne, los equipos de rescate inspeccionaban los alrededores del lugar donde cayó la cabina a la búsqueda de un desaparecido, el viajero número 21, la cifra que registraron ayer por la mañana los empleados del servicio del teleférico.
El presidente de la República, Jacques Chirac, y el primer ministro, Lionel Jospin, se sumaron a las muestras de condolencia con declaraciones en las que reclaman el esclarecimiento de las causas de esta tragedia que, en palabras del jefe de Estado, "ha puesto de luto a toda la región y al conjunto del país".
Presencia oficial
A los directores de gabinete de la Presidencia y de Matignon, sede de la oficina del primer ministro francés, desplazados a Saint-Étienne, se añadieron los ministros del Interior, Jean-Pierre Chevènement, y de Empleo y Solidaridad, Martine Aubry, pero no así el de Transportes, Jean-Claude Gayssot, que anuló su viaje a la zona al descubrir que esa instalación de transporte por cable no está sujeta a las competencias de su ministerio. El teleférico del Pic de Bure, que, junto al helicóptero, es el único medio de acceso al observatorio astronómico, es propiedad del Centro de Investigaciones Científicas (CNRS) y su explotación y seguridad se sitúa al margen del Estado. Su uso está reservado en exclusiva a los empleados del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM) creado en abril de 1979 por el CNRS y el instituto Max Planck alemán. El Instituto Geográfico Nacional de España se integró en el IRAM en 1990, con una participación del 6% . Además de las instalaciones del Pic de Bure, el IRAM dispone en el Pico Veleta (Sierra Nevada), a 2.920 metros de altitud, de una antena de 30 metros aplicada igualmente a la tarea de escudriñar el medio interestelar.
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