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Alfaro exhibe sus esculturas en un jardín botánico de la Costa Brava

Grandes piezas de metal puntean el paisaje

El escultor Andreu Alfaro (Valencia, 1929), acostumbrado a emplazar sus esculturas en un entorno urbano, aceptó el reto de instalar una síntesis de su obra en los bucólicos parajes del jardín botánico de Cap Roig, en Calella de Palafrugell (Costa Brava, Girona), pero con el humilde convencimiento de que le resultaría difícil "embellecer lo bello". Según Alfaro, el éxito de su empresa reside en la búsqueda de un diálogo entre el espacio y la materia, desterrando la pretensión de que las creaciones escultóricas se impongan a las de la botánica: "La intención es que las obras no molesten demasiado a la naturaleza".

En los recodos de su itinerario, entre la frondosa vegetación, el paseante se ve sorprendido por el exultante brillo de las formas de acero inoxidable, acero corten y aluminio. La exposición reúne un total de 27 piezas de la colección particular del artista que permiten trazar un itinerario por las constantes de su producción, desde el año 1975 hasta la actualidad. Entre las obras de los años setenta abundan las enormes espirales de aluminio tan características del escultor. En las de los ochenta, las formas curvas del acero inoxidable ejemplifican sus ensayos centrados en las formas puras de la geometría y la exploración del movimiento. De esta época se exponen Figura levantándose (1984) y Fountain (1983). Esta última pieza, que imita un chorro de agua a través de las ondulaciones de un tubo de metal, le sirve al artista para exponer su concepción escultórica: "No creo en la abstracción. Todo debe tener un significado. Esta pieza parece agua sin que lo sea, eso es una metáfora de la poesía". En el interior del claustro del centro se exponen ocho piezas de menor formato, todas ellas variaciones de círculos de acero corten. A pesar del constante uso de la geometría en sus obras, Alfaro no cree en la aplicación de la informática y las nuevas tecnologías a la escultura. "Hago mía la frase que Goethe le dijo a Newton, siempre garabateando sus fórmulas: "Levanta la cabeza y mira". El escultor entiende que el arte sólo es posible cuando el autor es capaz de lanzar esa mirada panorámica.

A pesar de su incursión en este nuevo ambiente vegetal, que él define como "un jardín romántico con pretensiones de botánico", Alfaro continúa mostrándose como un ferviente defensor de la escultura urbana. "Me interesa hacer obras para los vecinos. Me gusta que me feliciten por ellas, porque estoy convencido de que no hay vecinos analfabetos, pero sí artistas". Alfaro, entrando de lleno en las relaciones entre el artista y los poderes públicos, no tiene reparos en afirmar que, curiosamente, son sus "enemigos mortales" -refiriéndose a la derecha que ocupa el poder en Valencia- los que le han encargado más esculturas. "Me llaman rojo porque soy de los que les dicen que el catalán y el valenciano son una misma lengua".

El escultor se muestra también muy crítico con ciertas tendencias del arte actual. Alfaro explica el éxito de las instalaciones porque, en su opinión, se inscriben en la voraz demanda de espectáculo de la sociedad. "Creo que se están aplicando al arte los criterios de audiencia y eso conduce a que la cantidad se imponga a la calidad". El escultor siente cierta nostalgia de sus años de juventud romántica. "En aquellos tiempos heroicos pensábamos que la exposición buena era la que no visitaba nadie, y todavía había algún joven capaz de romperle una botella en la cabeza a un consagrado artista de éxito".

La exhibición de los jardines de Cap Roig, organizada por Caixa de Girona, estará abierta hasta finales de septiembre.

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